¡Mujeres botoxgénicas!

¡Mujeres botoxgénicas!

Hasta donde alcanza mi memoria, las ‘muchachas’ de la generación de los 70 se mostraban coquetas con toda la naturalidad del mundo. Es decir, no tenían que apelar a trucos esteticistas, como en estos tiempos se estila.  El maquillaje indispensable cubría sus rostros y en sus caballeras un discreto accesorio.

Aún así lucían bastante atractivas. Es más, diría que se veían “insoportablemente bellas”, como sentencia la conocida balada.

El quirófano y las aplicaciones estéticas llegaron al país mucho después y cambiaron las formas de ser. Ahora parece un grito de batalla la consigna “cuerpo reformulado o no estás en nada”. Hay que someterse a reformas corporales, sobre todo si se ha entrado en los años ‘ta.

La mujer dominicana lucha denodadamente por lucir más joven de la cuenta, mostrar cuerpo de Barbie y rostro aproximado a una estrella cinematográfica.

Lograr la escultural anatomía no es, empero, asunto fácil, y mucho menos conseguir que la belleza mecánica perdure para siempre.

La “botox-manipulación” no garantiza que la hembra sometida a nueva apariencia estética luzca mejor que antes.

Algunas damiselas, buscando el cambio, se han agenciado la muerte. Otras, su desfiguración facial.

No todos los inventos de la modernidad son ciento por ciento exitosos. Toda acción contraria a la naturaleza, a los mandatos divinos, acarrea sus pecados.

Alguien que escuchaba mis argumentos recientes acerca de la cirugía estética y sus resultados, razonaba con marcada ironía:

– Después de inyectarse todas esas cosas, las mujeres más bien asustan; parecen monstruos.

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