Mujeres fueron convocadas para rezar y hallaron la muerte

Mujeres fueron convocadas para rezar y hallaron la muerte

Caso de asesinado de las cuatro mujeres en el barrio La toronja, en el almirante. En foto: Santo Delgado Periodista: Soila Paniagua HOY/ Ariel Gómez

Roberta Angomás Céspedes viajaría la mañana de ayer hacia la isla Guadalupe donde laboraba hace años. Para su despedida su madre Agripina Céspedes Maldonado convocó a una oración en la que participaría también su nieta Yinauri Delgado Angomás y su vecina Ana Luisa Ventura Germán sin sospechar el fatal destino que les aguardaba. Las cuatro fueron asesinadas por Santo Delgado del Carmen, concubino de Roberta y padre de Yinuari, quien supuestamente no quería que su pareja volviera a Guadalupe.
La tragedia ocurrió ayer a las 9:45 de la mañana en la calle Ercilia Pepín número 14 del sector La Toronja, en El Almirante, en Santo Domingo Este. Allí vivían desde hace 16 años Santo y Roberta, a quien se unió cuando ella tenía 15 años, y sus cuatro hijos, uno de 21, otro de 13 y otro de 10 años de edad.
¿Por qué Santo Delgado del Carmen hizo eso? Era la pregunta que todos se hacían anoche en la calle V del sector Villa Esfuerzo, donde decenas de personas, incluidos parientes del homicida, esperaban los restos de Roberta Angomás Céspedes, su hija Yinauri Delgado Angomás y su madre Agripina de Céspedes, para el velatorio. El sepelio será hoy a las 4:00 de la tarde, en el cementerio Cristo Salvador.
La vecina Ana Luisa Ventura Germán será velada en el municipio de Castillo, en Sánchez Ramírez.
Anoche los vecinos y parientes limpiaban la sangre en la galería y otras partes de la casa donde había muebles revueltos y una mesa ensangrentada.
Tanto en la calle donde residían Roberta, Santo y sus hijos, como en los alrededores de la casa de Agripina, en el mismo sector donde serán veladas, reinaba el asombro, la consternación, la pena y la incertidumbre, pues no se explicaban cómo un hombre “tan serio, tranquilo y colaborador pudo cometer ese hecho”.
Richard Ricardo Angomás Céspedes, hermano de Roberta, explicó que Santo estaba sufriendo de fuertes dolores musculares desde hacía cinco meses, lo que le impedía trabajar como conductor de carro público; era lo que acostumbraba hacer después que cerró un colmado que tenía en el sector Capotillo hace varios años.
Sin embargo, “Roberta le dijo que eso no era nada, que no se preocupara, que ella seguiría trabajando para echar pa’ lante la familia”.
Santo Delgado del Carmen era interrogado anoche en el destacamento policial Felicidad, del sector Los Mina, tras ser curado y despacho en el hospital Darío Contreras donde fue llevado con varias heridas y golpes.
Hoy será sometido a la justicia. Preguntado por periodistas sobre el caso cuando era llevado a interrogatorio no respondió nada, con mirada perdida y rostro sin expresión.
En choque. Jacobo Féliz, quien tiene un taller de mecánica al lado de la casa, fue el primero en llamar al 911 cuando luego de escuchar varios disparos vio salir de la casa de la tragedia a dos hijos adolescentes llorando “mi mamá, mi mamá, me la mató”. Los alojó en una vivienda cercana y llamó a emergencias, que pocos minutos después trasladó al hospital Darío Contreras a Yinauri, de 19 años, quien estudiaba de medicina en la UASD; y a Ana Luisa, de 48. Roberta, de 37 y Agripina, de 66, habían fallecido en el acto.
Féliz narró que la Policía tuvo que romper el candado, pues el victimario se encerró con las mujeres y empezó el tiroteo.
Tanto Féliz como otros vecinos y parientes coinciden en que nunca habían visto comportamiento violento en el asesino, a quien describen como un hombre decente “y muy tranquilo”.
“Para hacer algo así hay que tener a Satanás en la cabeza”, expresó; algo parecido decían vecinos y parientes anoche, frente a donde vivía Agripina donde expresaban su dolor.
Wilfredo Díaz, otro vecino, indicó que la última vez que vio a Delgado del Carmen fue alrededor de las 7:00 de la mañana, cuando intercambiaron saludos. Lo definió como un hombre reservado.
Refirió que las mujeres se disponían hacer una oración convocadas por Agripina, quien al igual que su hija Roberta, era evangélica.
Doña Agripina residía en una calle paralela a la de Roberta junto a su esposo y tenía seis hijos, algunos de los cuales residían cerca de ella y otra hija que vivía en isla Guadalupe.
Víctima colateral. Ana Luisa residía al frente de donde ocurrió la tragedia y era una vecina cercana a la familia Maldonado-Angomás.
Su hijo Omar, de 19 años, recogía basura frente a la vivienda cuando escuchó tiros y a pocos minutos supo que su madre había muerto en casa de su vecina.
Lloraba y parecería estar en “shock” por la pérdida de su progenitora como víctima colateral de una terrible tragedia familiar.
Policía. Aunque la tragedia sucedió antes de las 10:00 de la mañana, los medios la dieron a conocer pasado el mediodía cuando la Policía ofreció información.
El reporte policial indicó que las víctimas murieron por múltiples heridas de arma de fuego y blanca, ocasionadas por Santo Delgado, de 44 años, quien fue recluido a un centro de salud bajo custodia policial, presentando múltiples heridas de arma blanca que se las propinó una multitud que impidió que pudiera emprender la huida tras cometer el crimen.

Los cadáveres fueron enviados al Instituto Nacional de Patología Forense para fines de necropsia. Tras cumplir con los rigores de Ley, los entregaron a sus parientes.
Es el segundo caso de esa magnitud que se registra en Santo Domingo, ya que el 30 de diciembre del año 2012 fueron asesinadas tres mujeres y una niña por un hombre despechado, quien luego se suicidó.

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