Buenos Aires va a las urnas para las elecciones de mitad de mandato y María Eugenia Vidal está en todas partes… menos en las boletas de votación.
Vidal es la gobernadora de la provincia, una aliada clave del presidente Mauricio Macri y el rostro público de una campaña por el Senado que se está convirtiendo en un referéndum por los planes económicos del Gobierno.
Es la imagen de Vidal la que aparece en los afiches en la localidad industrial de Hurlingham, en las afueras de la capital argentina; apenas hay rastros del verdadero candidato de Macri. Vidal dice que la votación decidirá “si seguimos con el cambio o volvemos al pasado”.

Es algo literalmente cierto, en un aspecto. La candidata de la oposición en Buenos Aires es la predecesora de Macri, Cristina Fernández de Kirchner, y su discurso a los votantes consiste en despedazar los esfuerzos del Presidente por recortar subsidios y abrir una de las economías más proteccionistas del mundo. El choque de las mujeres más poderosas de Argentina podría determinar si ese programa tiene futuro.

“En ciertos aspectos, se ha convertido en una competencia entre Vidal y Cristina”, dijo Lorena Moscovich, profesora de ciencias sociales de la Universidad de San Martín en la provincia de Buenos Aires.

Si es así, Fernández ganó el primer round. En las primarias de agosto, obtuvo la más acotada de las victorias contra Esteban Bullrich, el candidato respaldado por Macri y Vidal. Pero hay indicios de un cambio desde entonces, en tanto las últimas encuestas muestran a Bullrich con una ventaja de 2 a 4 puntos porcentuales.
Probablemente ambos candidatos obtengan bancas en este distrito con múltiples representantes, y un gran vuelco no le dará a Macri una franca mayoría en el parlamento, pero terminar primero representa una ganancia de capital político.