Mujeres pierden su libertad, pero no la  dignidad  en  las cárceles dominicanas

Mujeres pierden su libertad, pero no la  dignidad  en  las cárceles dominicanas

Inter Press Service (IPS). Si eres una mujer y estás presa en cualquier parte del mundo, serías afortunada de que se tratara del Nuevo Modelo Penitenciario de la República Dominicana.

Sentada en una mesa de la biblioteca climatizada de la prisión Najayo  mujeres, Maya, oriunda de Serbia, dibuja  en su cuaderno. Con una condena de ocho años por intentar viajar con  cocaína, estuvo presa en la cárcel del viejo estilo de La Romana, antes de ser transferida al centro de Najayo.

 «Allí vi cosas que nunca pensé que vería en  mi vida”, confiesa, “había drogas y alcohol fácil y estaba totalmente sobrepoblada. Sólo una puerta de metal separaba la cárcel de hombres de la nuestra y tenía una parte corrediza que se abría todo el tiempo”, narró la mujer.

«Tú no quieres saber lo que pasaba allá. Me transfirieron porque yo soy extranjera,  no tengo embajada en este país ni familiares, así que pensaron que me harían las cosas más fáciles”.

Aquí conviven 236 mujeres, como parte de un plan para convertir el sistema penal dominicano en centros correccionales de justicia reconstructiva. Ese es el concepto que es generalmente definido para resolver de manera pacífica los daños, problemas y violaciones legales y a los derechos humanos que se registraban en las prisiones. Los incumbentes del sistema penitenciario viajaron a países como Inglaterra, Estados Unidos, Holanda, Francia, China y Colombia,  para conocer sus modelos y elegir los elementos que deseaban incorporar.

El embajador de Gran Bretaña, Ian Worthington, quien brindó asistencia técnica al proyecto está entusiasmado por su éxito. “De las 36 prisiones de la isla, once se han convertido. Las prisiones de mujeres tienen una taza de reincidencia menor de 5%, lo que es sorprendente”, dijo.

 ”Cuando visitas este lugar ves que en las celdas hay la cantidad de personas para la cual fueron construidas -no se existe  sobrepoblación”, añadió. “Su libertad es restringida, pero su dignidad es respetada”, sostuvo.

Baja incidencia.  República Dominicana tiene un porciento  muy bajo de mujeres tras las rejas. Sólo  3.1% de la población carcelaria del país en comparación con el 10.8% de Costa Rica, 7.8% de Jamaica, 6.4 de Belice y el 6.9% de Panamá.

Roberto Santana, director  de la Escuela Nacional Penitenciaria -que entrena  los guardias del sistema penitenciario- explica que  sólo la mitad de las  internas son dominicanas. «Las demás son extranjeras y europeas en su mayoría”, acotó.

A su juicio, el bajo porcentaje de dominicanas en las cárceles responde a una cuestión cultural, «las mujeres de aquí siempre han andado por el camino correcto o casi siempre», dijo. «Es muy raro que una mujer cometa un crimen y si lo hace, casi siempre es porque  fue una víctima de violencia, dentro de la familia.

Santana es un ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), primera universidad fundada en América, en 1538. En sus tiempos de dirigente estudiantil, durante el mandato de Joaquín Balaguer, cayó preso en  72 ocasiones, una de ellas por  dos años. “El problema de las prisiones no es sólo cambiarlas para que cada persona tenga una cama y comida. El reto es cambiar a estas personas para que sean útiles y puedan tener vidas productivas”, afirmó.

Derechos.  Si no fuera porque  están tras   rejas, podría creerse que las mujeres están dentro de un internado muy estricto. Confinadas en celdas de no más de tres reclusos,  se despiertan a las 6:00 A.M. y desarrollan un riguroso horario diario, determinado por el personal del penal.

 Las duchas, conteo de cabezas, desayuno, clases, visitas médicas, terapia, almuerzo, hora de descanso, clases, ejercicios, clases, cena, recreación y a la cama.

Las reclusas pueden comprar  en la tienda   con el dinero que  les envían sus familiares y amigos y reciben visitas los fines de semana. La participación en actividades religiosas es obligatoria, pero tienen  opción de elegir su religión.

 Traducción: Carmen Matos.

Las claves

1. Muchas actividades

Durante la prisión, las reclusas asisten a clases de literatura, drama, religión, diseño y confección de ropa, cocina, belleza, informática y agricultura, incluyendo la crianza de conejos y pollos.

2.  Pueden ser madres

 Si una mujer da a luz  puede quedarse con su bebé el primer año y medio, pero después debe entregarlo a  su familia. A pesar de que las visitas conyugales se permiten en las cárceles de hombres, no se admiten en las  de mujeres.

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