Mujeres pioneras en producción invernaderos en zona baja; del exterior han venido a ver

Mujeres pioneras en producción invernaderos en zona baja; del exterior han venido a ver

PEÑALO, Bonao. Aquí mandan las mujeres. Carmen Melania Sánchez, una mujer de carácter firme, exitosa y con don de mando, encabeza un grupo de damas pionero en el país en cuanto a la instalación de invernaderos en zona baja.

Con el paso del tiempo, los hombres de esta y otras comunidades le han seguido los pasos al grupo de mujeres. Ahora, algunos de sus esposos trabajan con ellas o han construido sus propios invernaderos, que también manejan con éxito. El grupo de mujeres, asociadas en los clubes de Amas de Casa Santa Ana y Nuevo Renacer, aprendieron a producir en pequeño invernadero comunitario de 300 metros cuadrados.

Su primera siembra fue 1,312 matas de ají que cosecharon, vendieron y se dividieron el dinero en partes iguales. Decidieron independizarse y construyeron invernaderos de madera que tienen en producción o están preparando para sembrar. Viven de su producción, en la que le ha ido bien al grupo porque han ganado dinero, dice Carmen Melania Sánchez, con un invernadero de 1,200 m2, y Juana Francisca Rodríguez, con otro de 500 m2.

Expresan que las mujeres de Peñaló y Los Jengibres le agradecen a la Fundación Falcondo, porque las ha ayudado y les designó al técnico Hipólito Torres para asesorarlas en la producción de sus invernaderos, en los que han sembrado ajíes morrón y cubanela y otros cultivos.

En esta comunidad hay siete invernaderos de 500 a 1,200 metros cuadrados, de mujeres, en los que han integrado a algunos de sus esposos e hijos. Sánchez explica que al ver los resultados positivos en el invernadero comunitario decidió independizarse y construyó uno pequeño de madera. Después de varias cosechas, lo desbarató e hizo otro más grande en 5 tareas que compró. Lo tiene sembrado de ají cubanela que casi está cosechando.

Lo tiene sembrado en suelo mejorado, pero tiene dos muros con ceniza y cáscara de arroz. Las matas de los dos muros, observa, están en mejores condiciones y tienen mayor cantidad de ají, por lo que cuando termine la cosecha va a preparar los muros con ese material, porque obtiene más beneficios económicos, aunque la inversión sea un poco mayor.

Señala que cuando tiene mucho trabajo en el invernadero las mujeres de su grupo la ayudan y ella hace lo mismo cuando ellas la necesitan. Dice que los esposos de ellas tienen que trabajar en otras actividades debido a que cuando ellas no tienen cosecha tienen que buscar el sustento de sus familias para sobrevivir.

Exhortación. Recomienda a las otras mujeres que “deben pensar en echar pa’ lante, y de la única manera que eso ocurre es haciendo trabajo. El trabajo, además de dinero, no da salud, para lo cual hay que comer sano y a una hora seleccionada para evitar el desorden del estómago. Yo doy el ejemplo, como bien, a mi hora siempre. Por eso me siento en salud y espero mantenerme así por mucho tiempo y con la gracia de Dios”.

Otra mujer decidida. Juana Francisca Rodríguez, nativa de Los Jengibres, es dueña de un invernadero de 520 m2. Tenía otro más grande y un viento fuerte que azotó la comunidad se lo destruyó. Tiene sembrado de ají cubanela en suelo mejorado, pero cuando coseche va a sembrar ají morrón, que es el que le gusta porque deja mejores beneficios. Tiene la ayuda de su esposo y dos hijos que viven en la casa.

José Constantino, era empleado privado con 12,000 pesos de sueldo y la esposa Marcelina Ramírez le entregó su invernadero, que él aceptó porque ahí se gana más de RD$30,000 al mes, en la comunidad Caribe de aquí. Ahora tiene sembrado ají cubanela. En el recorrido que hicimos por varias comunidades de aquí fuimos acompañados por la directora ejecutiva de la Fundación Falcondo, Arelis Rodríguez; el director de Proyectos de la Fundación, Ambioris Díaz, y el doctor Rafael Ortiz Quezada.

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