Mujeres sin libertades

Mujeres sin libertades

El desarrollo humano es la ampliación de libertades de los seres humanos. Estas libertades implican que cada ser humano debe tener opciones para su desarrollo y ser libre de escoger entre las distintas opciones para una mejor calidad de vida”. (PNUD, 2008).

Las mujeres en la sociedad dominicana viven distintos tipos de limitaciones, privaciones y prohibiciones al ejercicio pleno de sus libertades que violan sus derechos y violentan sus oportunidades para el desarrollo humano. Los diferentes patrones de privación, sanción y prohibición de las libertades a las mujeres, jóvenes y niñas se expresan en elementos como los siguientes:

• Libertad de recreación y ocio. Las mujeres desde su niñez reciben la coerción al ejercicio pleno de su libertad de acceso al juego. Las niñas en las distintas comunidades rurales y urbanas no pueden jugar libremente con sus amiguitas y en la calle porque deben “pedir permiso” para ello. Esto no ocurre con los niños. Las niñas aprenden a que la recreación no es importante y debe estar supeditada a las labores domésticas y reproductivas que representan el rol impuesto socialmente a la mujer.  Mujeres en barrios y campos dedican los sábados y domingos a labores domésticas y tienen escasos lapsus de tiempo para divertirse. Esta diversión tiende a reducirse a la visita a vecinas, familiares y/o las celebraciones religiosas.

• Sin libertades ni derechos a manejar su cuerpo. La cultura patriarcal presente en nuestra sociedad limita y restringe a la mujer en sus expresiones corporales. Existen parámetros definidos sobre cómo debe la mujer sentarse, caminar, bailar y reír.  Una mujer que ríe a carcajada, camina o se sienta libremente es sancionada como “puta” o “chivirica”, rompe así con los patrones establecidos. Otra forma de represión es la prohibición de la decisión sobre su propio cuerpo.  El ejemplo más claro es la nueva Constitución que no le permite a la mujer evitar el riesgo de perder su vida.

• Ausencia de libertad de acceso al placer y al sexo. Nuestra sociedad establece claras restricciones al sexo femenino para sentir placer. El sexo masculino es el que tiene derecho al placer, el femenino debe “complacer” al hombre. Estos patrones culturales permanecen en nuestra sociedad y son reforzados por las instituciones religiosas. Definitivamente la mujer se encuentra en condiciones de desigualdad e inequidad en nuestra sociedad con poco acceso a libertades fundamentales para el desarrollo humano. El sistema de control social al que se somete a la mujer no le permite darse cuenta de su condición de permanente coerción y menos aún de que la libertad es un derecho fundamental del ser humano.

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