Mujeres y protestas sociales

Mujeres y protestas sociales

Las protestas sociales en nuestro país se han convertido en el principal medio que tiene la población para reclamar en forma directa la intervención en áreas abandonadas por el Estado.

Las protestas sociales de los últimos años en las distintas comunidades muestran el peso protagónico de las mujeres que en décadas anteriores se mantenían alejadas de las movilizaciones sociales a pesar de su tradicional participación en los procesos organizativos.

En los informes provinciales de Desarrollo Humano de nueve provincias encontramos mujeres que reconocen su participación activa en las protestas, tanto en la organización como en la movilización en sí:

“Yo siempre soy de las de adelante en las protestas nunca he tenido miedo”.

“No tengo miedo a lo que me pueda pasar en las protestas, si me llevan presa ¿qué pasa?”.(ODH/PNUD 2011, Informe provincial San José de Ocoa página 58).

La mujer vive más directamente las condiciones de vulnerabilidad de la familia y el abandono del Estado con la precariedad de los servicios y la falta de fuentes de ingresos.

 De ahí su integración a distintas formas organizativas desde grupos religiosos hasta clubes de madres, juntas de vecinos u otros espacios. La situación de violencia que viven las comunidades generadas por el incremento de la delincuencia, los feminicidios y los abusos policiales afecta notablemente a las mujeres que son las más vulnerables frente a la delincuencia y la violencia aun cuando no son las víctimas directas de los abusos policiales.

Las protestas en las distintas provincias reciben cada vez más una respuesta autoritaria y represiva de las autoridades. Son muchas las manifestaciones de protestas de los últimos años en los que la policía deja familias en luto y orfandad con víctimas que no necesariamente mueren en “intercambios de disparos” ni en enfrentamientos violentos.

Aún cuando las mujeres no son las víctimas frecuentes de la intervención represiva de la policía en los barrios y comunidades, son víctimas indirectas;  pierden hijos, cónyuges, hermanos o padres. A lo que se le agrega la poca dificultad que tienen los agentes policiales para golpear y maltratar a las mujeres en las protestas y no se restringen de apresar niñas y niños con sus padres y madres como ocurrió recientemente.

¿Hasta dónde puede llegar este descontrol policial? Estas actitudes policiales entran también en la categoría de violencia de género y por tanto deben suponer una revisión de los programas de violencia de género que emergen de las instancias gubernamentales.

Se debe dar una lectura distinta de las protestas. Son el reflejo de demandas insatisfechas y del ejercicio democrático. Ya está bastante gastada la frase de acusación política como mecanismo de deslegitimación.

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