Mundo de la ambición

Mundo de la ambición

La ambición es el deseo ardiente de poseer riquezas, fama, poder u honores. En ocasiones, una persona ambiciosa podría dañarse a si mismos o a los demás para conseguir lo que desea. El problema de la ambición no está en el loable deseo de prosperar, ni en la inquietud sana por aspirar a un mejor nivel de vida, dentro de unos límites razonables, sino en llegar a convertir la propia existencia en lucha, violencia y actividad febril por las riquezas, el encubrimiento personal, las alabanzas, las admiraciones.

La ambición sin freno, la ambición como conducta y estilo de vida, no solo es uno de los más graves impedimentos de la felicidad humana, sino que puede llegar a empobrecer y destruir el corazón del hombre y sus más nobles sentimientos.

La palabra ambición siempre ha tenido una connotación ambigua. Si determinada persona es llamada “ambiciosa”, normalmente no sabe si agradecer el elogio, o protestar. Si no se presta atención a la entonación o a la manera como la frase fue dicha, continuará la duda. En suma, no hay como calificar a alguien de ambicioso sin explicar lo que se quiere decir.

En el ámbito personal o profesional, nuestras relaciones son gobernadas por los valores y por las creencias que adquirimos a lo largo del tiempo. Ese criterio también nos ayuda a trazar una línea entre la conducta moral y la inmoral. Los ambiciosos deben aferrarse a esos valores para no ser vulnerables a la corrupción.

La ambición es una de las características de los emprendedores. Muchos de ellos consiguen transformar la arrogancia en altruismo. Pero otros, al contrario, sucumben a las ganancias y a la megalomanía y autoritarismo, fallas humanas comunes que representan el lado más oscuro de la ambición.

La ambición es polifacética. La ambición tiene cara de santo y cara de diablo, cara de hombre y cara de mujer, cara de interés y cara de desinterés, cara de virtuoso y cara de pecador. Existe ambición en aquel que quiere casarse y en aquel viejo solterón empedernido que aborrece el matrimonio.  Existe ambición en el que desea con locura infinita ser alguien, figurar, trepar, y existe ambición en aquel que se hace ermitaño, que no desea nada de este mundo porque su única ambición es alcanzar el cielo, liberarse.

El desear superarse económicamente a través del trabajo honrado es bueno, lo que está mal es solo pensar en ¨tener más y no en ¨ser mejor persona¨, mejor padre, madre, hijo o hermano, mejor amigo, mejor trabajador, mejor jefe.

La autora es psicóloga clínica

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