Mundo reacciona, teme guerra civil

Mundo reacciona, teme guerra civil

EL CAIRO (AFP).- La comunidad internacional condenó de forma unánime ayer el ataque del miércoles contra un mausoleo chiíta en Irak, que ha provocado daños sin precedentes entre las comunidades musulmanas, por lo que el mundo se prepara para afrontar un posible enfrentamiento general en el país. El presidente estadounidense, George W. Bush, denunció el atentado como un “acto político” que busca sembrar la “discordia civil”.

La misma reacción de inquietud tuvo el aliado británico de Estados Unidos, al señalar el ministro de Relaciones Exteriores, Jack Straw, que el riesgo de que se produzcan problemas entre comunidades en Irak es mayor a partir de ahora.

“Creo que Irak va, sin embargo, a evitar la guerra civil”, añadió.

“Ninguna comunidad está interesada en provocar una guerra civil, si se miran las cosas objetivamente, ya que ahora disponen de un mecanismo que les permite resolver sus dificultades por medio de la política”, recalcó Straw.

La voladura el miércoles del mausoleo de los imanes Ali al-Hadi y Hasan al-Askari en Samarra, ciudad sunita a 125 kilómetros al norte de Bagdad, provocó una ola de represalias y asesinatos, con al menos 130 personas muertas en 24 horas.

Los chiítas acusaron inmediatamente a los sunitas de ser los responsables del ataque, que no ha sido reivindicado, pero que lleva la marca, según Estados Unidos, de la red terrorista Al Qaida.

El Consejo de Seguridad de la ONU señaló “con inquietud que estos actos sacrílegos y criminales fueron cometidos con el fin de inflamar las tensiones entre comunidades y de comprometer las perspectivas de paz y estabilidad”, declaró a la prensa el embajador estadounidense en la ONU, John Bolton, en nombre del Consejo, que preside este mes.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, llamó a la calma a todas las comunidades iraquíes.

Canadá opinó que el atentado trataba de “atizar las tensiones sectarias y hacer descarrilar el desarrollo democrático en Irak”.

Mientras que la Liga Arabe llamó al pueblo iraquí “a la contención y a hacer frente a todos los actos de violencia que tienen por fin perjudicar su unidad”, Siria e Irán denunciaron “los intentos de sembrar la división en las filas del pueblo” iraquí, durante una reunión del primer vicepresidente iraní, Parviz Davoudi, con el presidente sirio, Bachar al-Assad.

En El Cairo, la Unión Internacional de Ulemas Musulmanes, que agrupa a unos 300 religiosos sunitas, advirtió del riesgo de una guerra civil, asegurando, con todo, que los sunitas no podían ser los autores del ataque contra el mausoleo, “que han guardado durante siglos”.

En Beirut, decenas de miles de chiítas, partidarios del movimiento radical Hezbolá, se reunieron en los suburbios del sur para protestar contra el atentado.

El jefe de Hezbolá, Hassan Nasralá, opinó que el ataque buscaba “sembrar la discordia entre sunitas y chiítas”.

“Los principales beneficiados de este atentado son los takfiris (extremistas sunitas que no consideran musulmanes a los chiítas), los israelíes y el ocupante estadounidense”, afirmó.

El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad lanzó una acusación similar, al asegurar que “los sionistas y los ocupantes (estadounidenses) debilitados” eran responsables del atentado.

En Kuwait, cientos de chiítas, minoritarios en el país, manifestaron y advirtieron del riesgo de sedición confesional.

Por su parte, la asociación islamista marroquí más influyente, Al-Adl Wal Ihssan, llamó a “los espíritus claros (…) que desplieguen todos sus esfuerzos para unir al valeroso pueblo iraquí y poner al islam por encima de toda consideración política, de doctrina o de clan”.

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