Falleció ayer en la capital el luchador antitrujillista y revolucionario Juan Ducoudray.

Nacido en   1926 y  periodista de profesión,  gracias a la influencia de su padre, Félix Servio Ducoudray Chalas,  se enroló en las luchas contra la dictadura desde antes de cumplir los 18 años, lo que le costó cárcel y exilio.

 Fue miembro  del Partido Socialista Popular (PSP)  y de la Juventud Revolucionaria Dominicana y  aún en la prisión continuó  la difusión de mensajes  que incitaban a rebelarse contra el tirano Rafael Leonidas Trujillo.

 Sus testimonios sobre las actividades que realizaba contra el régimen incluyen la vez en que, en   1945, salió a la calle a repartir un manifiesto en el que se denunciaban las atrocidades del régimen, fue descubierto, apresado y   torturado.

Gracias  a la ayuda del embajador de Colombia, Domingo López, fue puesto en libertad y viajó a México  junto a su hermano Félix Servio. Durante el exilio vivió en Caracas, Bogotá, Guatemala, México y La Habana.

Retornó al país en   1947 y volvió a ser arrestado;  permaneció   en la cárcel  año y medio.

A finales de 1949 quedó libre y en febrero de 1950 se asiló en la embajada de México; luego marchó a La Habana, donde  a los tres meses fue apresado porque el gobierno allí   consideró que los extranjeros podían convertirse en carga pública.  

Regresó al país después del ajusticiamiento del déspota, en  1961.

Conoció a Manolo Tavárez, pero no estuvo de acuerdo con el levantamiento de 1963.

En 1990 fue electo diputado por el PLD, su único cargo público. Fue director de “Vanguardia del Pueblo”. Su libro “Crónicas para desandar la ruta” recoge   sus vivencias durante los tiempos de la dictadura. 

Las claves

1.  Velatorio

Los restos de Juan Ducoudray   son  velados en la funeraria La Paz de la avenida Abraham Lincoln  y recibirán sepultura en el Cementerio Cristo Redentor.

2.  En pie de lucha

Una de las frases enarboladas por  Ducoudray era “luchar siempre vale la pena”. Estaba convencido de que la muerte de Trujillo era el paso principal para acabr con el regimen, por lo  que había que seguir en pie de lucha.