Muro aísla miles de palestinos

Muro aísla miles de palestinos

ABU DIS (Jerusalén) (EFE).- El lema «Bienvenido al gueto de Abu Dis» ha sido estampado con pintura negra en el muro de cemento de nueve metros de altura levantado por Israel al este de Jerusalén, que aisla a unos 82.500 palestinos del distrito de la ciudad santa, en cuyo interior permanecen 200.000.

Una amplia área de decenas de metros a un lado y otro del muro ha sido declarada zona militar cerrada y sólo con la autorización de los soldados israelíes apostados en los férreos controles se puede acceder al lugar donde remueven las excavadoras la tierra fresca.

Allí, en esa tierra de nadie, y a unos cuatro metros del muro se yergue la casa de acogida «Nuestra Señora de los Dolores», de la orden de monjas francesas del mismo nombre y que regentan cuatro hermanas, una de ellas española de Cuenca, sor Camila, de 58 años.

En la casa se alojan 52 ancianos indigentes, la mayoría de ellos musulmanes de Cisjordania y algún que otro viejo armenio.

En la puerta de la residencia, una monja de ascendencia alemana y gesto adusto saca fotografías del muro, de los soldados y todoterrenos y de una grúa que en medio del barrizal se dirige directamente hacia ella plantada en medio del camino intransitable.

A las monjas nadie les ha informado que de bruces a su residencia se iban a encontrar el muro imponente, ni cómo se las van a arreglar para hacer llegar los productos de intendencia a su casa, ni tampoco cómo puede entrar o salir una ambulancia en caso de segura necesidad porque «veinte ancianos están ya postrados en la cama», explica sor Camila.

También para los 17 empleados palestinos alcanzar la residencia «les resulta un lío porque los soldados no les dejan entrar. Sólo les queda saltar por el muro», resalta sor Camila.

Un explícito comunicado firmado por sor Marie Dominique Croyal asegura que «nos convertimos en portavoces de todos aquellos que no tienen voz y que después de dos años llevan a cabo un verdadero combate para alcanzar sus lugares de trabajo, su colegios etc….sin hablar de todas las enfermedades que merecen atención».

«Este muro -continúa- imposibilita el paso a miles de personas; a los niños, a los colegiales, a las mamás con sus bebés, a las personas de edad….los disparos han sido numerosos y muchas veces mortales».

El muro, que transcurre por el barrio de Ras al-Amud y que todavía no está finalizado, separa a Abu Dis de Jerusalén. Barrizal arriba los gigantes de cemento yacen en el suelo a la espera de ser erguidos y engarzados y mientras, por los huecos, asoma algún que otro palestino que logra burlar la vigilancia militar.

Ya en la aislada Abu Dis, la perspectiva es más agobiante. Junto a las aldeas de al-Azaharie y Sawahre cuenta con unos 82.500 habitantes.

Mohamed Erekat, de 35 años, fontanero y padre de siete hijos, ganaba unos 780 dólares al mes al otro lado de la barrera. «Sólo nos queda emigrar -dice- pero la frontera de Jordania está cerrada».

Abu Dis carece de hospital. Hasta la erección del muro sus habitantes acudían a dos centros médicos de Jerusalén, el «Augusta Victoria» de la iglesia luterana alemana, situado en el Monte los Olivos, y «al-Makashed», que dirige el hermano del primer ministro palestino, Ahmed Qurea.

Un doctor palestino formado en las universidades españolas de Santiago de Compostela y Granada y que prefiere no decir su nombre «por la situación», explica ante el muro que trabaja al otro lado, en el «Centro Médico la Paz» en el barrio Shuafat de Jerusalén y que tarda en llegar dos horas para rebasar un kilómetro.

El doctor, casado con una española, atendía a 30 o 40 enfermos diarios de su zona antes del muro y ahora a cuatro o cinco como máximo, según refiere.

Y para trasladar un enfermo de Abu Dis a Belén o a Ramala hay que preparar los permisos un día antes y «eso es impensable en caso de urgencia».

En Abu Dis hay un centro comercial vacío, denominado al-Andalus, que el doctor hispanohablante quiere convertir, junto a otros dos socios, en hospital para la localidad, pero carece de medios económicos.

La Universidad de al-Quds a la que asisten unos 8.000 estudiantes de Jerusalén y Cisjordania también está en Abu Dis y en época de exámenes.

Hissam, Ismail y Nimen son estudiantes de al-Quds y comparten un frío apartamento con vistas al muro gris. Los tres son de la misma ciudad, Hebrón, y necesitan ocho horas para llegar a su casa, situada a unos 30 kilómetros de Jerusalén.

Entre muros y controles militares, los territorios palestinos, con una superficie de 6.170 kilómetros cuadrados, han quedado convertidos en un intrincado laberinto que suma miles de kilómetros para evitar la línea recta.

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