Museo del Faro Único

Museo del Faro Único

El Faro a Colón está llamado a convertirse en el museo cultural más importante de las Antillas. Sólo se necesitan dos cosas: abandonar algunos arraigados prejuicios; y conseguir los recursos imprescindibles para invertir en museografía, jardinería, servicios al público. En la época en que gobernaba el doctor Balaguer, se decía que era “una obra faraónica”. Basta decir que la pirámide de Keops, construida por un faraón, produce enormes ingresos al gobierno egipcio por concepto de visitas turísticas o de profesores y estudiantes. En lugar de “faraónico” hay que llamarle “faroúnico”. Este mausoleo en honra del navegante descubridor del Nuevo Mundo es, efectivamente, una edificación única.

En el año 1927 la Unión Panamericana convocó a un concurso internacional para el diseño del monumento. Participaron 44 naciones y 445 arquitectos. El ganador fue el arquitecto inglés J. L. Gleave. El veredicto del jurado se conoció en 1931. La construcción de la base se inició en 1948; se continuaron los trabajos en 1987 y concluyeron en 1992. Este mausoleo contiene otro mausoleo, construido al cumplirse cuatro siglos del descubrimiento de América, que fue trasladado, pieza por pieza, de la catedral de Santo Domingo al nuevo “Faro a Colón”. Ese viejo mausoleo se inauguró durante el gobierno de Ulises Heureaux. Es una historia dentro de otra historia.
Por el carácter “internacionalista” de este edificio en forma de cruz, podemos esperar la cooperación, técnica o cultural, de numerosos países. El Faro alberga 48 pabellones particulares que pertenecen a diversas naciones de América, Asia y Europa. El Papa Juan Pablo II estuvo en el Faro Único en 1992. Sus vestiduras sacerdotales se conservan como parte de la historia del lugar, lo mismo que el vehículo en el cual se trasladó durante su visita a la RD.
El Faro a Colón puede ser museo de navegación, museo histórico, museo cultural, museo religioso. En él podría mostrarse el fenómeno del mestizaje en cada república americana. También convertirse en centro de excursiones de fin de semana para familias dominicanas. Luz, limpieza y vigilancia son inexcusables. Tener los restos del primer almirante nos ayudaría mucho a incrementar el turismo. Don Emiliano Tejera, cuyos trabajos de investigación revisó el eminente profesor John Boyd Thacher, sería un rompehielos.

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