El jazzista Alexander Nicolás está convencido de que la música es un arma de doble filo. Destruye o rehabilita, puede hundir pero también restaura vidas. Esta última opción es la que abraza para, auxiliado de su saxofón, arrebatar jóvenes a la drogadicción y al pandillerismo y sumarlos a coros y orquestas.
Buscamos dar razón de vivir, queremos que la gente sepa que hay una esperanza, hay que trabajar sus motivos. Hemos logrado atraer muchachos que estaban en caminos de delito, dice. El músico estadounidense de padres dominicanos es pastor del Centro de Adoración de Pensilvania y pretende tocar vidas con su disco instrumental Este es el momento.
Explica que se trata de composiciones que llevan un mensaje de cambio, de validación y que aunque es cristiano, su música es válida para todos los que creen que es posible dejar atrás hábitos nocivos. Lo importante es que el mensaje transmita ideales. No podemos aislarnos en religiones, sostiene. Sobre la influencia de la música, Nicolás piensa que hace maravillas y que trabaja como motivadora, tanto en forma negativa como positiva.