Musulmanes y el tío Sam:
corazón, mente y creencia desbordada

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POR DONALD G. MCNEIL JR.
NUEVA YORK.- Lo mejor que pudo suceder a la imagen de Estados Unidos en el mundo musulmán la semana pasada quizá haya sido la estupidez de un búfalo acuático perdido.  Después de que el animal cerró el aeropuerto en Banda Aceh, Indonesia, chocando fatalmente con el tren de aterrizaje de un avión de ayuda, helicópteros del portaaviones estadounidense Abraham Lincoln acudieron para salvar el día, entregando toneladas de alimentos a víctimas del tsunami del 26 de diciembre.

Y, como lo señaló la British Broadcasting Corp. (mejor conocida y más confiable que la mayoría de los medios noticiosos estadounidenses), los pilotos incluso desatendieron una demanda gubernamental de que dejaran de rescatar aldeanos heridos porque el hospital de la ciudad estaba lleno. En vez de ello, llevaron a decenas de regreso a una estación de campo apresuradamente erigida por médicos de la Armada.

Se permitió a reporteros gráficos captarlo todo, por supuesto, y las fotografías recorrieron el mundo.

Mientras recorría la región devastada la semana pasada, el secretario norteamericano de Estado, Colin L. Powell, reconoció después de algo de presión que también esperaba que el esfuerzo de auxilio estadounidense ayudara a reconstruir una relación con el mundo islámico que se ha desmoronado para convertirse en polvo del desierto y pólvora.

«Hemos estado haciendo esto sin importar la religión», dijo Powell. «Pero pienso que da al mundo musulmán y al resto del mundo la oportunidad de ver la generosidad estadounidense, los valores estadounidenses en acción».

No dañará, dijeron media decena de expertos en política islámica en Estados Unidos, Egipto, Turquía y Líbano, pero probablemente no ayudará tampoco. Como cualquier lector de relatos mediorientales sabe, los restos en las playas pueden ser peligrosos: El genio en la botella pudiera concedernos un deseo – o lanzar años de furia sobre uno.

Además, la historia reciente de los esfuerzos humanitarios de Estados Unidos en las sociedades musulmanas no es feliz.

Una misión para alimentar a la Somalia desgarrada por la guerra se desintengró en el famoso derribamiento del Black Hawk, cuerpos arrastrados en las calles y una salida rápida.

La matanza de bosnios musulmanes y kosovares musulmanes por parte de serbios ortodoxos en la ex Yugoslavia fue frenada por los bombardeos estadounidenses. Per el mundo nunca vio la operación como un rescate de musulmanes, porque el conflicto era demasiado intra-europeo, aunque seguía líneas defectuosas creadas por el ex Imperio Otomano.

La invasión de Afganistán fue vista como una caza de Osama bin Laden, con dinero para desarrollo y una pincelada de democracia añadida porque el Talibán había sido derrocado.

Más importante es el hecho de que todos los expertos dijeron que el anti-americanismo en los países musulmanes está arraigado en el enojo real por políticas reales: el apoyo firme de Estados Unidos para Israel, la guerra en Irak, la tortura en Abu Ghraib y el apoyo a regímenes corruptos pero pro-estadounidenses.

«Pensar que la ayuda hará a la gente pasar por alto todas las demás razones para criticar a Estados Unidos – es ingenuo, es racista, es casi insultante», dijo Rami G. Khouri, editor de The Star en Beirut. «Admiramos a Estados Unidos por muchas cosas, incluida su generosidad. Pero aun cuando duplique su ayuda, seguiremos criticándolo por sus políticas».

Al mismo tiempo, dijo Abdel Moneim Said, director del Centro Al-Ahram para Estudios Políticos y Estratégicos en El Cairo, «la gente sofisticada, la gente con influencia, puede distinguir entre Estados Unidos, cuya imagen es humanista, y las políticas del gobierno de George W. Bush».

De modo parentético, debería señalarse que, con excepción de Indonesia, las áreas más duramente afectadas no son musulmanas. Los tamiles separatistas de Sri Lanka son predominantemente hindúes y sus singaleses gobernantes principalmente budistas. La costa sudoriental de India es en gran medida hindú, con muchos cristianos. La mayoría de los tailandeses son budistas, y en ese país, alrededor de la mitad de las víctimas del tsunami fueron extranjeros. La ola virtualmente omitió a las costas predominantemente musulmanas de Bangladesh y Malasia.

Sin embargo, el mundo está observando, y aunque Estados Unidos habría dañado su imagen haciendo pocol quizá no gane mucho haciendo demasiado.

«La gente está acostumbrada a ver la insignia estadounidense en los sacos de arroz durante las hambrunas», dijo Michael A. Sells, experto en el islamismo del Haverford College.

Inicialmente calificado de tacañó por ofrecer sólo 15 millones de dólares, Estados Unidos elevó su oferta varias veces, eventualmente alcanzando los 350 millones de dólares, más lo que gaste el Pentágono. Las reuniones internacionales empezaron a sonar como un banquete de promesas con un micrófono de mano en mano.

Pero conspicuamente ausentes en las guerras de ofrecimientos estuvieron los estados árabes ricos en petróleo y las organizaciones de caridad islámicas, y periódicos egipcios y turcos reprendieron a sus gobiernos por hacer muy poco – en el caso de Turquía, por incluso no observar los tres minutos de silencio por las víctimas que observó Europa, según Ilter Turan, profesor de ciencias políticas de la Universidad Biligi de Estambul.

Los estados del Golfo deberían prometer 3,000 millones de dólares, insistió Khouri. «Los trabajadores asiáticos construyeron esos países», dijo.

Al mismo tiempo, el liderazgo en las misiones humanitarias heróicas conlleva riesgos. El personal estadounidense en Aceh pudiera encontrarse en otro territorio lleno de sorpresas explosivas y que perjudiquen su misión.

Los separatistas de Aceh que buscan un estado islámico combatieron a Yakarta durante décadas cuando Indonesia era firme aliado de Estados Unidos en la Guerra Fría. Las 40,000 tropas gubernamentales que controlan la provincia han sido acusadas por Human Rights Watch de tortura, secuestros y ejecuciones secretas. Ahora esas tropas están trabajando en el esfuerzo de ayuda, de manera que las fuerzas armadas estadounidenses deben trabajar con ellas – y, concebiblemente, con los guerrilleros a quienes estaban cazando.

El fundamentalismo tampoco se limita a Aceh. El Frente de Defensores Islámicos, un grupo de Yakarta que opera sus propios esfuerzos de ayuda pequeños, fue citado por Al Jazeera diciendo que esperaba que las integrantes femeninas de la Armada estadounidense usen ropajes negros que las oculten. Eso fue ignorado, y uno añadiría «por supuesto», excepto que hasta 2002, las mujeres militares estadounidenses en Arabia Saudita debían usar ropajes negros y pañoletas en la cabeza cuando salían de la base.

Informes recientes procedentes de Banda Aceh indicaron que los esfuerzos de socorro ahí estaban en competencia porque asociaciones de caridad europeas y agencias de la ONU que se traslapan carecían de una estructura de mando clara, y habían rechazado la ofrecida por la Armada de Estados Unidos para evitar parecer que son instrumentos de una operación militar estadounidense.

Para añadir otro tema altamente sensible: Aceh es centro del tráfico de humanos a los talleres de explotación del sudeste asiáticos y los burdeles infantiles, y ya ha habido informes de niños secuestrados de campamentos de refugiados.

Y, en un perturbador eco de la noticia falsa del 11 de septiembre de que miles de judíos fueron advertidos de que permanecieran alejados del World Trade Center, han circulado rumores de que el tsunami fue desencadenado por una prueba nuclear estadounidense o israelí. La supuesta prueba fue la advertencia de la ola que se aproximaba recibida por la base militar estadounidense en Diego García.

Hay un país musulmán que seguramente no se conmoverá por las imágenes de la beneficencia estadounidense. En Irak, donde la electricidad para la televisión es intermitente y la guerra sigue siendo noticia de primera plana, hubo poca evidencia de que la gente estuviera poniendo atención a las operaciones de socorro tras el tsunami.

En Fallujah, los iraquíes que regresaban a sus casas arruinadas recibieron una botella de agua y un paquete de alimentos de emergencia por persona, y un conjunto de hojas amarillas para cada familia. A los niños, los infantes de marina les dieron paletas de caramelo.

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