Mutaciones de un expresidente inquieto

Mutaciones de un expresidente inquieto

Al parecer Leonel Fernández, expresidente hace brevísimos días está desarrollando una agresiva campaña internacional contra las políticas de austeridad que están propiciando gobiernos responsables del mundo, incluyendo el dominicano dirigido por su sucesor de su propio partido, hasta el punto de mostrarse inquieto en medio de mutaciones conceptuales reflejadas en los cambios de discursos, presentes y pasados.

Mientras en su discurso de hoy anatemiza la austeridad, al tomar posesión en 2004 asumió poses apostólicas de ella. Dijo, aludiendo aquella situación: “Para solucionar esa crisis, lo primero…es recuperar la confianza. Y para recuperarla, el próximo gobierno está compelido a tomar un conjunto de acciones, entre las cuales, la más importante…sea…decretar…de este mismo instante…un período de austeridad”. A renglón seguido mencionó suprimir cargos, prohibir vehículos de lujo, limitar subsidio eléctrico en US$250 millones, etc; para concluir señalando “Esa austeridad significa poner todo el empeño para reducir en no menos de un 20% el gasto del Estado”.

Prácticamente durante todos los años subsiguientes de su gestión, como intento de respuesta a manifestaciones de la crisis que vivimos, enarbolaba promesas similares. Incluso en 2006, propuso e impuso la austeridad por ley 497-06 que ordenaba reducción de sueldos, congelaba nómina y viáticos, limitaba franqueadores, reducía publicidad un 25%. Todavía relativamente reciente, en discurso del 17 de marzo del pasado año, anunciaba reducir gastos un 12% al tiempo que prometía crear cientos de plazas agropecuarias y ordenaba el trabajo inter-diario de vehículos del transporte público.

Cualquier chusco pudiera preguntarse: ¿Qué pudo haber cambiado tanto a una persona como para modificar sus conceptos en materia de políticas públicas y promoverla en el ámbito internacional con tanta inquietud?

Muchas respuestas pueden surgir a esta interrogante. Una conduce al desnudamiento, ahora, de genuinas convicciones; en contraposición a simulaciones pasadas incluyendo intenciones de parecerse a Balaguer del que ha resultado su antítesis por haber sido éste testimonio público y privado de austeridad. Otra a justificar exculpatoriamente dispendio y despilfarro de recursos que llevó el déficit fiscal a un nivel potencialmente conspiratorio de la estabilidad nacional. Por supuesto, cambios de pareceres mejorar o empeorar nunca son descartables.

Una respuesta política conduce a una señal, ya reiterada, de confrontación con la línea del presente gobierno; sin que falten especulaciones sobre temores de enjuiciamiento aun cuando en un panel de intelectuales recientemente celebrado se consideró que no hay indicios para ello sin que haya vencido el plazo de la ley 82-79 para formular declaraciones de bienes de funcionarios salientes para inventariar patrimonio, justificando orígenes y comprobar cuan lícito han sido eventuales enriquecimientos.

Solo el tiempo explicará las inquietudes y mutaciones del exmandatario.

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