Nacionalistas no son todos los que están

Nacionalistas no son todos los que están

Millizen Uribe

Los fenómenos de la nación y del nacionalismo pueden ser abordados, como en efecto lo han sido, desde diferentes perspectivas teóricas. En su obra “Naciones y Nacionalismos”, Eric Hobsbawm, historiador británico de origen judío, habla del nacionalismo gubernamental, que se inició en el siglo XVIII, y del nacionalismo que defendía la autodeterminación de las naciones, que va desde 1880 a 1914. Además, del apogeo del nacionalismo, ubicado entre 1918 y 1950, tras lo cual, según Hobsbawn, esta ideología perdería fuerza.

Lo que ocurrió fue distinto y un ejemplo de ello es que un fenómeno posterior, la globalización, ha generado resistencias y que de lo local se responde a lo global mediante el reclamo de regreso a identidades nacionales.

En Europa, después de la década del 50, los reclamos nacionalistas mantuvieron vigencia. En el caso de la Unión Soviética, por ejemplo, antes, durante y después, “lo nacional” siempre estuvo presente. Actualmente, en el mismo continente, persisten grupos sustentados en viejas reivindicaciones nacionalistas para demandar autonomía política y económica en Cataluña, Euskadi, Lombardía, Baviera y a lo interno de Bélgica, Portugal, Francia y los países constituyentes del Reino Unido.

En América hallamos matices nacionalistas en los procesos de Venezuela, donde Hugo Chávez prometió regenerar la nación y sus auténticos valores; de Bolivia, con Evo Morales; de Ecuador, con Rafael Correa, y de Cuba, aunque se integran en organismos supranacionales como el ALBA.

En la República Dominicana al definir la nación cohabitaban dos sectores: el liberal, que quería la independencia de Haití para fundar un país con libertad absoluta, y el conservador, que no confiaba en la nación por lo que proponía un protectorado de alguna potencia extranjera. Lo curioso es que en la actualidad sectores liberales, articulados en grupos progresistas, han renunciado al tema nacionalista y los conservadores lo enarbolan como una falsa bandera. Como nacionalistas se venden y así son comprados en el debate del tema domínico-haitiano. Sin embargo, son los mismos que favorecen las importaciones en detrimento de la producción nacional, apoyan que empresas extranjeras saqueen nuestros recursos naturales, absueltas por contratos leoninos de los que ellos son partícipes, y adulan a potencias que siempre han pisoteado el intento de soberanía nacional.

No se trata de caer en chauvinismos o xenofobias. Tampoco de no considerar propuestas como la Patria Grande de Simón Bolívar. De lo que se trata es de comenzar a llamar al pan, pan, al vino, vino, y a los pseudonacionalistas, pseudonacionalistas.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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