Conforme se previó, Estados Unidos, vale identificar, el presidente Barack Obama, saboteó la concretización del Estado Palestino que tendrá que conformar el 194 de las Naciones Unidas, mejor más temprano, es decir, ya, que tarde.

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, postuló en el máximo foro planetario, el 23 de septiembre último, ante el plenario de la 66 edición de la Asamblea General, la petición de incorporar el Estado Palestino con plenos derechos idénticos a los 193 existentes.

Insisto en que la ponencia no fue conducida correcta, porque el Estado Palestino fue reconocido mediante la resolución 181 del 29-11-1947 de las Naciones Unidas, que los árabes rechazaron, y cuando es menester exigir es el cumplimiento formal de hecho, porque de jure lo está, de la aludida resolución.

Mediante esa resolución 181, las Naciones Unidas procedieron a dividir en dos Estados a Palestina y diluir el Mandato Británico que administraba los territorios de Palestina a partir de 1917, luego de asumir ese año el relevo del imperio Turco que administró a Palestina por cinco siglos 1517-1917.

El presidente palestino Abbas sabía que contaba, y cuenta, con 122 países que respaldan la proclamación formal del Estado Palestino, y el escenario debió aprovecharse para su ratificación, e ipso facto, los 122 países designar  en pleno escenario de la Asamblea Nacional, a sus embajadores en Ramalá.

Es lo que procede aún, aunque tardío, pero se insiste en que más vale tarde que nunca.

El Estado de Israel y el imperio, rechazan la proclamación del Estado Palestino, que es la alternativa primera para luego acoplar las diferencias, no al revés, como pretende el imperio y su pupilo, y el dócil Cuarteto integrado por el imperio, Rusia, Unión Europea y la ONU, otra táctica dilatoria para solucionar una discordia que debe culminar conforme expongo.