La opinión pública debe estar alerta a nuevas informaciones que puedan salir a la luz sobre un plan, salido como de la nada, de importar miles de vehículos en una sola contratación en Colombia y que pasarían a ser adquiridos por miembros de sindicatos de choferes. La primera noticia sobre ese súbito proyecto hablaba de que el Estado, como en otras negativas experiencias de la especie, concedería exoneraciones en masa, en perjuicio del erario y en beneficio de choferes agremiados, lo que hace recordar notables antecedentes de despilfarros de bienes entregados con generosidad y de incumplimientos de pago; y más aún, de personajes condenados por la Justicia. Ahora se niega que el Estado vaya a ser el sostén de ese plan.
Por la senda de las facilidades y financiamientos con sello oficial se ha ido mucho dinero de esta nación, solo para nutrir bolsillos y llenar la geografía de flotas de transporte que dan pena. La reedición -aún parcialmente- de experimentos como esos planes de renovación sería inaceptable. El apoyo del Estado, expresado en compromisos de fiador solidario de deudas de operadores de voladoras y taxis o quitando el pago de impuestos para que algunos grupos sigan constituidos en federaciones conflictivas e ineficientes, merecería el rechazo de la ciudadanía. Que esos promotores de ventajas hagan sus cosas sin comprometer instituciones públicas.
Por una efectiva investigación
Las versiones diametralmente opuestas sobre la forma en que fueron muertos por la Policía William de Jesús Checo y Cecilio Díaz, señalados como secuestradores del joven Eduardo Baldera, constituyen un reto para la Justicia dominicana. De un lado está lo dicho por el cuerpo del orden en el sentido de que fueron abatidos en un intercambio de disparos. De otro aparecen los testimonios con fotografías tomadas al efecto que indican que esos hombres fueron apresados con vida; y de que nadie en el lugar de la balacera escuchó detonación alguna el día de los hechos.
El Procurador General de la República, Radhamés Jiménez, dispuso una investigación del caso que dirigirá un procurador adjunto. Esta decisión corresponde con lo que manda la ley y con el reclamo ciudadano de que todo homicidio, incluso si involucra a agentes del orden en el marco de alguna persecución policial, debe ser indagado a profundidad por autoridades civiles.