Todo está compuesto por elementos, unas veces cooperativos, otras veces antagónicos. La salud es un equilibrio entre fuerzas contrarias que, mientras dura la vida, combaten para lograr una buena función en órganos de todo tipo, desde las complejidades funcionales del misterioso cerebro, en el cual actúan tanto lo eléctrico como lo magnético y lo químico, y se maneja con una libertad accional que deja aquellos planos del cerebro (esto está aquí, aquello allá y se ocupa de tales tareas) como aquellos bocetos del viejo Don Cristóforo Colombo, que insistía en haber llegado al Lejano Oriente y que Cuba era la China.
Ahora la ciencia, que es hoy más humilde y menos pretenciosa, a pesar de sus grandes logros, hurga en nuevas posibilidades del cerebro para proyectar su energía. ¿Electro-magnética?
¿Somos, los humanos, un supersofisticado producto electroquímico del Creador, o somos algo más?
Yo creo que nuestras potencialidades son mucho mayores. Una mirada, el tono de una voz ¿no tienen una fuerza que debería sorprendernos más?
¿Debido a qué, se detecta la ironía, la mentira, la hipocresía, la honradez o la honestidad?
Voy a referirles una experiencia, absoluta y rígidamente cierta.
Estando como Agregado Cultural en Londres, en los años sesenta, cuando derrocado Bosch, manejaba el país un llamado Triunvirato, Ramón Tapia Espinal, uno de los tres gobernantes, encontró en la Cancillería una recomendación o decisión de Bosch para nombrarme Embajador sin Sede en Europa, a fin de que difundiera la cultura dominicana en el continente europeo. El documento estaba engavetado pero Tapia Espinal lo sacó, me detuvo en plena calle y determinó que en ese momento sólo podía nombrarme Agregado Cultural para ir acomodando poco a poco la idea del derrocado y luminoso presidente. Para lograr que me alquilaran un apartamento en Londres, debí firmar un documento comprometiéndome a no ocuparlo por menos de dos años y en caso contrario pagar el tiempo no usado. Firmé. El severo propietario judío me explicó que a los diplomáticos latinoamericanos los cambiaban a cada rato.
Efectivamente, poco antes del año me sustituyeron por un Agregado Militar, sin enviarme un centavo.
Empecé a recoger nuestras cosas para salir cuanto antes y radicarme de nuevo en Alemania, donde tenía las puertas abiertas. La anciana portera polaca avisó que yo y la familia lo estábamos recogiendo todo y el indignado judío se apareció en la puerta, sombrero negro calado y severa actitud.
-Usted me ha decepcionado dijo escuetamente.
Yo no le respondí. Lo miré a los ojos hondamente. Entonces él dijo:
-Está bien, olvide el contrato, usted es un hombre honesto.
¿Qué vió, qué sintió en mi silencio angustiado?
¿Señales del cerebro, del corazón en función de estrecho eje accional, o el resultado de una acción conjunta de todo ese misterio que llevamos dentro?
Todo es interacción y misterio.