¡Ñames al volante!

¡Ñames al volante!

Eyyyy! –grita Píndaro- ¡¡¡Ahí va otrooooooo!!!”… “¿Qué te pasa? –cuestiona Herminio, al ver a su alter ego espantado por la proliferación de tubérculos al volante en las calles de las principales ciudades el país-… Pareciera como si la obtención de licencias se hubiera hecho más flexible y sin exámenes previos de certificación del dominio del idioma a través de la lectura y simple escritura, así como de los principios de convivencia y responsabilidad ante los demás… ¡Desde un motor, una platanera, un diminuto vehículo de los que están ingresando de Corea, una jeepeta o un carro de marca y tamaños de lujo con vidrios entintados por completo, camiones cargados con materiales de construcción hasta patanas, surgen a nuestras vías asesinos al volante, que no son más que ñames- o cualquier otro tubérculo que debiera estar en la mesa diaria o en el mercado, en lugar de provocar situaciones como las que estamos observando a través de las redes, los medios impresos o electrónicos, sin que lo único hecho como respuesta sea el de complicar los pases en los semáforos en las ciudades, colocando más oficiales del tránsito que –a lo mejor-, nunca han tenido un volante en sus manos y no saben cómo es vivir en un tormento permanente como el de hoy”.

Puede leer: ¡Patán-as!

“¿Y por qué te quejas, Herminio? –cuestiona Píndaro-…. ¿Acaso no ves que, por ejemplo, en las carreteras están colocando más policías motorizados, armados de radares y exhibiendo costosas motocicletas, ‘estacionados’ bajo sombras que, sin ser ‘tenebrosas’, les permiten no ser percibidos por los que van al volante y creerse que dan el susto del millón al saltar a la pista, con ‘su arma de reglamento’ con un sencillo radar en mano?… ¡Desconocen que el Waze existe y que te pre-avisa de que ‘un policía está más adelante en la vía’!… Tú mismo, Herminio, has dedicado casi una decena de artículos a sugerir acciones diferentes a las aplicadas por las autoridades, para controlar a los ñames al volante en nuestras carreteras… Recuerda que una vez recomendaste que esos motores –que desarrollan altas velocidades-, fueran puestos a circular en las carreteras inter-urbanas para mezclarse entre los vehículos circulando –Guaguas, patanas, vehículos privados, camiones y hasta ‘plataneras’-, y dedicaran su tiempo en medir la velocidad de los que transitan delante de ellos y, en los casos de sobrepasar los niveles de velocidad existentes, proceder a indicarles el parar a un lado de la vía y aplicar el procedimiento de lugar, hasta aplicar –con severidad- la multa que amerite cada caso”.

“Es verdad –comenta Herminio y, agrega- Esa cuadro se manifiesta diferente, pero con similar impacto, en nuestras ciudades… Mientas estás ‘entaponado’ en un elevado, sientes que –de repente-, un motor te pasa rozando y zigzagueando entre los demás vehículos en similares condiciones que tú, para ‘ganar tiempo’ sobre el elevado y evadir el semáforo en rojo debajo… Es más, no sólo son civiles los desaprensivos sino también oficiales con clara identificación, circulando uniformados como Pedro por su casa, violando igualmente las ordenanzas del tránsito de que sobre los elevados no hay autorización de pase para motores de cualquier clase… Esta situación hace más complicado el orden vial cuando, de repente, te vez obligado a parar y formar parte de un tapón mientras tres -o, a veces más-, oficiales del tránsito intentan hacernos creer que ellos –radio en una mano, mano derecha o izquierda en movimiento que pareciera matar mosquitos- tienen mayor inteligencia y coordinación que semáforos que han sido colocados para dar paso lógico y fluido a la gran demanda de personas que necesitan llegar a sus destinos en tiempo y con seguridad… En ese momento –y, sin proponérselo-, esos oficiales del tránsito están promoviendo el que aquellos con mayores compromisos se pudiesen convertir también en similares ñames –o cualquier otro tubérculo-, empezando a desesperarse, probablemente desarrollando una dañina agresividad que en nada ayuda al flujo de todos en el momento”.

“Es momento de tomar ‘el toro por los cuernos’ y establecer responsabilidades claras de convivencia y respeto –sentencia Píndaro-… ¡Así tendremos menos ñames al volante!”.