Narco y Sociedad-Estado: ¿Enemigos o socios?

Narco y Sociedad-Estado: ¿Enemigos o socios?

Nadie que tenga una prostituta o un homosexual en la familia usa palabras despreciativas para referirse a ellos, ni a nadie como ellos. Tampoco los mafiosos se refieren a sus colegas y socios con palabras insultantes. En cambio, se utilizan expresiones comprensivas, como decir: “ella es muy liberal”,  “él es muy desprejuiciado”, o, “don Estanislao es un zorro”.

Eso evita roces innecesarios y da un tratamiento de cierta neutralidad a la conducta pecaminosa de estos prójimos, lo que de otro modo  sería  muy cargoso para el grupo. Recientemente se han hecho cuasi-familiares en diversos sectores, barrios  y ciudades (incluyendo familias de las mejores) las conexiones de negocios que incluyen lavado y operaciones de dudosa racionalidad capital/retorno.

Por igual, el surgimiento de una economía o industria subterránea, que parece ser parte de la explicación de una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (…pero no tanto), que siendo orgullo de defensores del status quo, tienen seria dificultad para reflejarse en los pulcros numeritos de las Finanzas Públicas.

Como contrapartida, en los segmentos menos favorecidos del sistema, ha surgido un gran número de pequeños establecimientos de expendio de polvillo blanco (no cosmético), y según las autoridades de la DNCD, por cada uno de los 30 mil puestos que se han cerrado, surgieron tres. Por lo que no hay que saber de aritmética para comprender que se trata de un importante sector empleador nacional.

Si aparte de eso caemos en cuenta de que principales representativos de ese “nuevo sector” se codean, en y fuera de las campañas electorales, con altas figuras de la Política  (y posiblemente con alguien más), entonces, tal vez es hora de que la sociedad dominicana decida acerca de si a estos esforzados y arriesgados promotores de negocios, se les deberá dar  o no,  un tratamiento más amigable en los medios públicos y de abierta y alta sociedad.

Porque tratándose de algo que se ha estado enraizando en tan diferentes estratos, tal vez ya no sea práctico ni honesto seguirles llamando “traficantes” a sus promotores, “flagelo” a la industria, ni “bombardeo” al desembarco de las mercancías (en paracaídas). Esos términos peyorativos y belicosos, quizás no vayan acordes ya  con el verdadero sentir de importantes sectores de  una Sociedad y Estado que en buena medida se benefician de los aportes de este nuevo y lucrativo negocio, y sus numerosas ramificaciones.

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