Narcotráfico usa cada vez más menores para venta de drogas

Narcotráfico usa cada vez más menores para venta de drogas

TIJUANA, México (AP).-  A los 14 años, Luis Alberto transmite seguridad y tiene una mirada penetrante de adulto. Dice que ello se debe a que desde muy chico conoció «la vida»: no tuvo padre, trabajó desde pequeño, se enganchó en la droga y fue utilizado por una célula criminal para distribuir narcóticos.

En octubre pasado fue internado en el Cirad, un centro de rehabilitación situado al oeste de la ciudad y que atiende a 500 drogadictos, cien de ellos menores de 17 años, en el que inició un tratamiento de seis meses.

 «Me trajeron aquí porque vendía y consumía ’criloco»’, dijo Luis Alberto aludiendo a su adicción a la metanfetamina, la potente droga blanca y cristalina que consumen el 90% de los adolescentes en recuperación, por su bajo costo y gran disponibilidad en la calle.

 En un fenómeno relativamente nuevo, cada vez más jóvenes están siendo utilizados como «mulas» o distribuidores, ya sea para cruzar droga a Estados Unidos o para venderla en las ciudades, sobre todo de la frontera, dice Víctor Clark, antropólogo social y especialista en el tema del narcotráfico en esta región.

«Los menores de edad son mano de obra barata y desechable para el crimen organizado en un ambiente en donde no hay muchas oportunidades de empleo y recreación para ellos, y donde el negocio de la distribución y consumo de droga ha crecido aceleradamente», expresó el experto.

Las autoridades dicen estar al tanto de este fenómeno, pero afirman que no hay estadística del número de adolescentes detenidos por vender o distribuir estupefacientes porque la legislación vigente no permite llevar expedientes delincuenciales de menores de edad.

La oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de San Diego dijo que entre 2008 y 2011 se incrementó diez veces el arresto de jóvenes entre 14 y 18 años que trataron de cruzar droga, principalmente metanfetaminas, en la frontera Tijuana-San Diego.

Lauren Mack, vocera de ICE en San Diego, indicó que en 2008 hubo 19 arrestos de jóvenes, mientras que en 2009 hubo 165, en 2010 190 y en 2011 190.

La mayoría eran estudiantes de secundaria que llevaban la droga escondida en sus cuerpos o en los vehículos que conducían. Intentaban contrabandear sobre todo drogas fuertes como metanfetaminas y cocaína, indicó Mack.

«Es un problema que se está dando en ciudades (mexicanas) fronterizas como Tijuana, Ciudad Juárez, Nogales y Reynosa, y que hemos visto que está aumentando de forma preocupante», dijo el antropólogo Clark. Directores de centros de rehabilitación de Tijuana estiman que actualmente hay unos 50 adolescentes como Luis Alberto, de 500 que están en recuperación, que además de estar adictos a alguna droga fueron utilizados por el crimen organizado para el narcomenudeo.

Luis Alberto, cuyo apellido no se puede difundir por ser menor de edad, explicó que desde hacía dos años vendía y distribuía metanfetaminas en un barrio del este de la ciudad junto a un grupo de menores que eran dirigidos por «un patrón». Al día obtenía 200 pesos (unos 16 dólares), que gastaba en comida y droga para consumir.

«Entre mis amigos y yo vendíamos unos cuarenta paquetes al día. Mi patrón le sacaba a cada paquete 1,100 pesos (alrededor de 88 dólares) y todo lo que sobraba era para nosotros.

 A veces sobraban tres o cuatro paquetes y nos los repartíamos», declaró. Usualmente los cárteles de la droga empleaban a adolescentes como «banderas», una especie de espías callejeros que alertaban acerca de operativos militares o policíacos; hasta ahora no habían sido piezas centrales en el narcomenudeo, dijo Clark.

Este fenómeno comenzó a advertirse en las casas de asistencia para drogadictos a finales de 2008 y se fue incrementando en los años posteriores, expresó José Luis Serrano, director del centro de rehabilitación El Mezón. Serrano dijo que cada año atienden a un promedio de 70 adolescentes adictos, al menos siete de ellos con antecedentes de haber pertenecido a un grupo delincuencial o pandilla dedicada a la distribución de droga o al robo de vehículos.

La percepción de la policía estatal es que en los últimos dos años se ha incrementado el número de arrestos de adolescentes, de acuerdo con el área de comunicación de la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California (SSPE).

 Por primera vez, esta dependencia tiene registrados en el Consejo Tutelar de Tijuana — una prisión estatal para menores de 17 años — a diez adolescentes que están encerrados por el delito de distribución de estupefacientes.

 La utilización de menores en la venta de drogas no era común, dijo José Ramón Arreola, director del área para niños y adolescentes del centro Cirad. Agregó que a partir del 2009 comenzaron a atender al mes cuatro o cinco menores que además de adictos se dedicaban a vender narcóticos, aparte de 25 ó 30 casos mensuales de niños que sólo consumen.

 «En las calles sigue habiendo mucha droga, aquí todos te pueden decir lo fácil que es conseguirla», dijo Arreola. De 2008 a 2010 hubo en esta ciudad una guerra intestina de dos facciones del crimen organizado que se disputaban el control del trasiego y venta de droga de la ciudad, ante un gobierno federal decidido a atacarlos frontalmente pero cuyas fuerzas policiales estaban infiltradas por el narcotráfico, según han admitido las autoridades.

La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) registró en Tijuana durante esos años 2.327 asesinatos, casi una centena de desaparecidos y más de 100 secuestros. Esta comunidad vio aterrada escenas de sadismo insospechado: individuos colgados en puentes, decapitados y mutilados en calles y lotes baldíos.

El año pasado los crímenes de alto impacto bajaron considerablemente en esta ciudad tras el arresto de varios narcotraficantes, una «limpieza» en la policía y una eficiente coordinación de los operativos de las instituciones militares y policíacas.

Aun así, la PGJE reportó 476 homicidios en esta frontera y el 80% de las muertes estaban relacionadas con el narcomenudeo. Serrano dijo que a finales de 2008 las drogas se abarataron. La metanfetamina se podía conseguir hasta por 15 pesos (poco más de un dólar) y estaba disponible en cualquier lugar. «Al crimen organizado se le comenzó a complicar cruzar la droga a Estados Unidos (al reforzarse las medidas de seguridad en la frontera).

Además comenzaron a pagar con mercancía a la gente que trabajaba con ellos y éstos obligatoriamente tenían que distribuirla en la franja fronteriza. Fue cuando notamos un incremento de menores consumidores de drogas, principalmente de cristal (metanfetaminas)», dijo.

La metanfetamina ha tenido un gran auge en esta ciudad. En los últimos diez años ha desplazado a otras drogas de uso, afirmó José Héctor Acosta, director de la Unidad de Tratamiento del Centro de Integración Juvenil, un organismo que tiene 37 años atendiendo casos de adicciones con especialistas médicos.

Acotó que, a diferencia de otras ciudades, en Tijuana la droga de inicio en los adolescentes no era el alcohol o el tabaco sino directamente la marihuana y de ahí pasan a la metanfetamina, una droga «de diseño» producida en laboratorios clandestinos. Según la Encuesta Nacional de Adicciones, Tijuana es desde hace una década la ciudad mexicana con más consumidores de esta droga, una pastilla que parece una aspirina, fácil de usar, que actúa rápido y genera una sensación de bienestar y energía. Produce una adicción inmediata.

El mismo documento afirma que esta ciudad tiene el segundo lugar nacional en cocainómanos y el tercero en dependientes de la marihuana desde 2008.

 La metanfetamina ha contaminado a muchos jóvenes y a la clase trabajadora por su bajo costo y porque prolonga la euforia más que la heroína o la cocaína, pero los destruye más rápido, dijo Mario Anguiano, un adicto rehabilitado hace 14 años que actualmente es consejero de adicciones y terapeuta familiar.

Alrededor del 65% de los 70.000 adictos que se tienen identificados en el estado están enganchados a la metanfetamina y poco más de la mitad residen en Tijuana, según el Instituto de Psiquiatría de Baja California.

Además una encuesta realizada por el mismo instituto en escuelas de nivel básico del estado de 2008 a 2011, reveló que 106.000 estudiantes menores de 15 años están propensos a consumir drogas dado su contexto de desintegración familiar, padres adictos o hábitats donde el uso y venta de droga es común.

Serrano y Arreola creen que entre los factores que contribuyeron a la aparición de menores nacromenudistas y a un incremento en la cantidad de adolescentes adictos figuran no sólo la guerra contra el narcotráfico sino también las reformas de ley que protegen a los menores de edad.

La Legislación en Baja California tiene leyes especiales para adolescentes de hasta 17 años que establecen penas máximas de siete años, aún cuando el menor de edad haya cometido crímenes graves como un homicidio, robo con violencia o haya pertenecido a algún cártel.

El fiscal de la PGJE Rommel Moreno ha señalado en diversos foros públicos que los cárteles de la droga se están aprovechando de que los menores de 18 años no son imputables en México. «Hay una dinámica muy compleja en el Estado. El crimen organizado se está valiendo de la falta de valores, por la cuestión económica, y está contratando a jóvenes.

 Muchos son narcomenudistas», dijo Moreno. Tijuana fue una de las primeras ciudades hace cinco años a las que el presidente Felipe Calderón envió a unidades de la policía federal y militares a combatir a los narcotraficantes establecidos en la región. Pero siguen llegando cientos de kilos de droga a esta ciudad cada semana, para consumo local y exportación, de acuerdo con la policía y los militares.

Las redes que abastecen de heroína, cocaína y marihuana a esta ciudad provienen principalmente del cártel de Sinaloa, dijo el general Gilberto Landeros, jefe militar de Baja California. Sin embargo, agregó, otros grupos criminales de Jalisco y Michoacán también introducen estupefacientes a esta región, principalmente metanfetaminas.

El año pasado las autoridades locales decomisaron cantidades récord de droga: 1,936 kilogramos de cocaína, un plantío de 120 hectáreas de marihuana (el más grande hallado hasta ahora en el país) al sur del municipio de Ensenada y decenas de toneladas de marihuana empaquetada. «Se está combatiendo la oferta pero no la demanda, y mientras ésta siga va a haber personas que estén produciendo y distribuyendo drogas», dijo Acosta.

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