Narrador diserta sobre minificción

Narrador diserta sobre minificción

El narrador Luis Martín Gómez pronunció anteanoche en la Fundación Corripio la conferencia Aproximación a la Minificción, en la que resaltó los cuentos caracterizados por la brevedad extrema, economía en el lenguaje, juegos de palabras y representación de situaciones que exigen la participación del lector.

Dijo que la minificción suele ser identificada con numerosos nombres entre ellos: Apuntes, cartones, opúsculos, detalles, instantáneas, miniaturas, cuadros, situaciones, viñetas, ficción súbita, ficción de taza de café o de tarjeta postal, cuentos ultracortos, ficción escuálida.

La actividad fue celebrada en la sede de la Fundación Corripio, en la avenida Núñez de Cáceres. Las palabras de bienvenida fueron pronunciadas por el director ejecutivo de la entidad, Jacinto Gimbernard, y el  conferencista fue presentado por José Alcántara Almánzar, asesor. En la mesa de presentación estuvo el presidente de la Fundación Corripio, José Luis Corripio y el asesor Jorge Tena Reyes.

Gómez citó que el argentino Raúl Brasca, en Los mecanismos de la brevedad, apunta que el microcuento es una forma muy breve que posee suficiencia narrativa y cuyas principales características son la concisión y la intensidad expresiva.

Dijo que la minificción va ganando terreno a tal ritmo que algunos entendidos ya la consideran unos de los géneros característicos del tercer milenio, sobre todo en América Latina, donde ha tenido cultores de la talla de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar. Del país, Mario Veloz Maggiolo, Manuel Rueda, Manuel del Cabral, Virgilio Díaz Gruñón, José Alcántara Almánzar, entre otros. Gómez resaltó que la Fundación Corripio realiza importantes aportes a la cultura dominicana, especialmente en el campo de la literatura.

“Esto que se ha dado por llamar minificción lo descubrí por allá por el 1973 o el 75 en un lugar que mi hermano mayor Leopoldo llamaba biblioteca, consistente en dos maderas de pino sin cepillar sostenidas por cuatro ladrillos rústicos donde convivían en democrática promiscuidad libros del bachillerato, algunas novelas de García Márquez, un Quijote bastante manoseado, el odiado Álgebra de Baldor y una cantidad no contabilizada de revistas clandestinas”, dijo.

En aquellos días descubrió el cuento el Dinosaurio, de Augusto Monterroso, en una publicación mexicana y quedó impactado por su brevedad, al contar sólo de siete palabras: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.  Al analizar este breve cuento, Gómez expresó que habla de una pesadilla, de la trasposición del sueño a la realidad, de la imaginación, de la angustia, pero también de un dinosaurio, de un cuento de una mujer.

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