Naufragio chino en puerto seguro

Naufragio chino en puerto seguro

Absolutamente cierto que la economía sufre una crisis relativamente grave por primera vez desde las reformas económicas de corte capitalista que la ha catapultado a una situación de liderazgo planetario. Pero de ahí pretender que, cual Titanic económico, vendrá a menos, hundiéndose sin capacidad de reflotar, colinda con lo irreal. Es casi ciencia ficción.

Desde que el capitalismo entró en fase industrial funciona a través de crisis económicas. Desde antes lo había advertido el economista “estrella” del capitalismo – David Ricardo -. La primera crisis cíclica del sistema se expresó en 1825; desde entonces no ha escampado y periódicamente se producen convulsiones económicas que retrotraen la economía y sobre cuyas bases, en el proceso de recuperación, registra crecimientos por encima del momento en que se produjo la crisis hasta que llega la otra. Esto normalmente se manifestaba cada 3-5 años, a veces más. El mundo ha sufrido violentos sismos económicos como las crisis de 1929-1933; 1973-1975 – no todas las crisis tienen igual intensidad y duración – y la que estalló en el 2008, primera gran crisis de la era global, de la cual el mundo desarrollado no acaba de recuperarse y en el horizonte se visualizan variables que pudieran revertir lo poco que se ha recuperado. No pocas veces las consecuencias para alguna que otra gran economía han sido dramáticas pero, vicisitudes más o menos, han salido a flote y se han reposicionado.

Realmente sorprende cómo instituciones internacionales serias y expertos capaces para referirse a la situación china la sobredimensionan y la proyectan como si fuera a desaparecer de la faz de la tierra. Incluso, la siguen colocando como segunda economía del mundo pretendiendo no haberse enterado que desde hace varios meses el FMI reportó que el PIB chino, medido como Paridad de Poder Adquisitivo, había rebasado al estadounidense. Que la economía norteamericana siga siendo la líder mundial, y lo será por algunos años más, es otra cosa. Cuando en 1872, igualmente por su volumen – como ahora la china – la economía de EE.UU. pasó a ser la primera habrían de pasar alrededor de 50 años para que se proyectase, definitivamente, como la líder del planeta.

En un mundo más intensamente interconectado que nunca lo que sucede en parte de él tiene impacto al interior de los demás. China no puede escapar a esa realidad. Además, en una crisis mundial con fuerte depresión se contrae la demanda internacional y eso tiene que tener serios efectos en la economía que más exporta provocando un ritmo de crecimiento más bajo que el de los últimos 20 años. No obstante, las perspectivas chinas son positivas: para el Banco Mundial su tasa de crecimiento 2015-2016 seguirá rondando el 7%; continúa con un intenso volumen de inversiones foráneas; posee las reservas financieras más grandes del mundo y es el principal acreedor de deuda. Todo ello le permite una rápida recuperación y, en el peor de los casos, un “aterrizaje suave”.

Definitivamente, con una que otra oscilación normal, el siglo XXI es el de China.

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