Navegar entre Escila y Caribdis

Navegar entre Escila y Caribdis

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Por supuesto que es muy temprano. No hay tiempo para emitir juicios aunque sí para valorar trayectorias. Me he enterado con gran placer, que la doctora Milagros Ortiz Bosch ha declarado, aportándole aire fresco de decencia a la política, que el nuevo gobierno va bien. La gran mayoría de los cambios han sido positivos, y los que suscitan dudas o rechazos, es que son necesarios. Hay que recordar la honestidad brillante de una Bosch en muchos terrenos, pero nunca olvidar su afirmación de que en política, lo más importante es lo que se ve.

Tuve el privilegio de escuchárselo repetir en una de nuestras coincidencia cuando visitábamos el inolvidable despacho de don Rafael Herrera en el Listín. Hay que aceptar que desconocemos totalmente las razones del presidente Fernández para no ajustarse rígidamente a sus declaraciones en el formidable discurso -testimonio apabullante de cultura, coherencia y memoria- que pronunciara el 16 de agosto ante la Asamblea Nacional y el país. Sólo él sabe cómo puede moverse para solidificar el terreno sobre el cual debe caminar con paso firme, para lograr una gestión presidencial tan positiva y memorable como lo desea él y lo deseamos todos los que amamos la Patria y anhelamos que aquella expresión del mexicano Porfirio Díaz para definir su tesis política (resumía escuetamente que se trataba de «pan y palo») se convierta aquí, para los dominicanos, en «pan y educación, pan y disciplina».

Establecer ésto requiere un hábil manejo de flexibilidades y hasta de ciertas violaciones, como en el caso de que la Ley de Electricidad, irrespetada mediante la designación por decreto de varios funcionarios del área, contrariando lo que establece el artículo 31 de la Ley de Electricidad en cuanto a la designación del Superintendente de Electricidad y miembros del Consejo Directivo.

En enredijo Edenorte, Edesur, Unión Fenosa, no lo entiende ni el divino ni el profano. La razón es clara: es que la información es obscura y engañosa.

pero en esto de las violaciones a leyes, y hasta a la Constitución, cuando el propósito es bueno, ponderado, sabio y conveniente para los intereses de la Nación, voy a referirme nada menos que a Thomas Jefferson, autor de la Declaración de Independencia norteamericana apóstol de la política de democracia agraria, de la abolición de la herencia por primogenitura y por el establecimiento de la libertad de cultos; tercer Presidente de los Estados Unidos.

Cuando Jefferson recibió la noticia de la compra de la Louisiana a Francia por sus plenipotenciarios «reconoció plenamente que era indispensable redactar y aprobar una enmienda constitucional para poder ratificar el tratado y tomar posesión de la Louisiana. De lo contrario la Constitución quedaría reducida (según sus propias palabras) a un mero pedazo de papel en blanco. El no quería destruir la Constitución de la cual había sido defensor intransigente y vigoroso. Pronto advirtió que surgían graves dificultades para que sus amigos políticos aceptaran su plan de enmienda constitucional». «Jefferson, ansioso por asegurar la Louisiana, abandonó los escrúpulos y así la compra de la Louisiana no pudo quedar consumada sin que la Constitución de los Estados Unidos quedara reducida a un simple pedazo de papel». (Tomado de la obra del académico Ramiro Guerra y Sánchez: «La expansión territorial de los Estados Unidos»).

No estoy sugiriendo yo, Dios me libre de tal desatino, que aquí sea necesario andar violando la Constitución para lograr beneficios pulcros y honorables para el país.

Sin embargo, son tantas las torceduras, la prevalencia de intereses bajos e eminentemente personales en buen número de legisladores, que deseamos que el presidente Fernández sepa sortear los escollos que dificulten o impidan el progreso del país.

Es navegar en el Mar de Sargazos.

Peor aún, cruzar a salvo entre Escila y Caribdis, aquel temible punto a la boca del estrecho de Mesina, terror de hombres de mar.

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