Navidad 2005

Navidad 2005

TELÉSFORO ISAAC
El Evangelista Lucas dice que el mensajero celestial anunció, «He aquí les doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor». (Lucas 2:10,11).

Este anuncio resuena otra vez en nuestros oídos ahora para alegrar nuestros corazones y alentar nuestros espíritus; pues, estamos en la época de navidad cuando los creyentes y seguidores del Rabí de Galilea y los pueblos influenciados por la cultura cristiana, celebran una vez más el nacimiento de Jesús el Cristo.

Jesús nació en Belén de Judea durante el reinado de César Augusto, el emperador romano. Los historiadores cuentan que el mundo conocido de entonces estaba en paz. Fue un espacio de tiempo sin guerras ni revueltas. Fue un período sin luchas, y de convivencia, tal vez forzada, mas la gente no había disfrutado antes de un espacio similar, ni después se ha visto en las crónicas de la humanidad un intervalo como aquel.

Las épocas de grandes conmemoraciones y los días de fiestas, son momentos cuando disfrutamos de asueto y nos regocijamos al olvidar momentáneamente los sinsabores y las penas de la vida. Nos animamos a dar demostración de alegría, de amistad, de expresiones festivas, y de familiaridad.

En esta Navidad 2005, como en años pasados, debemos esforzarnos a disipar las penas, los sinsabores, las tensiones, y por el momento, dar gracias al Creador por una nueva oportunidad para celebrar el nacimiento del Salvador y la ocasión para abrazar a los familiares y amigos y decirles: ¡Feliz Navidad!

Los días de grandes fiestas como la Navidad, son como tiempo de receso de los afanes cotidianos, como los días semanales de descanso para la recuperación de fuerzas físicas y para elevar el espíritu en adoración a Dios.

Esta Navidad 2005 debe ser aprovechada para curar corazones quebrantados, comenzando con el nuestro, para descansar de la fatiga física y mental, mitigar la tristeza, elevar el alma, extender la mano al necesitado, alentar al descorazonado, consolar a los que lloran, fortalecer la fe, extender la esperanza y sembrar el amor.

Imitemos a los mensajeros celestiales diciendo: ¡Gloria a Dios en la alturas! ¡Paz en la tierra entre todos los pueblos que gozan de su favor! (Lucas 2:14). ¡Celebremos el nacimiento de un Salvador que es Cristo el Señor!

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