Navidad 365

Navidad 365

Todo ocurrió cuando llegó el tiempo de decidir cuánto debía durar la decoración de la casa, especialmente realizada. Se alegaba que esa ornamentación era propia de un tiempo específico, la señora se negaba a retirarla porque la entendía, la veía como un símbolo que debía ser exhibido todo el año, siempre.
La señora del relato de Heinrich Böll titulado “No sólo en Navidad” es un ejemplo de persona que busca la felicidad para sí y para los demás, con simples detalles que alegran la vida, se resistía a desmontar el árbol de Navidad porque sostenía que la alegría, la cooperación, la humanización de ese tiempo debía ser extendida para siempre.
La joven creó una propuesta titulada “Navidad 365” la cual triunfó en un importante concurso de publicidad para una gran empresa.
El triunfo de la joven creativa se inscribe dentro de la lógica y la filosofía de la señora del relato del escritor alemán, no sólo en Navidad debemos actuar pensando y actuando en favor de los demás, liberarnos del egoísmo, de la envidia, sólo extender la mano a los desheredados de la fortuna, a los sin trabajo, a los que no tienen nada que perder.
La Navidad es, realmente, el tiempo en que todos entendemos que debemos ser generosos, abiertos, amistosos, perdonar los errores de nuestros familiares y amigos, olvidar los rencores y volver a los lazos quebrantados, en ocasiones, por cuestiones sin importancia.
Es el tiempo en que debemos demostrarnos que, como dijo el insigne poeta venezolano Andrés Eloy Blanco “lo que hay que ser es mejor, y no decir que se es bueno”.
Es un tiempo de reflexión, de hacer un alto para examinar nuestra conducta, nuestra razón de vivir, preguntarnos ¿Enseñé a mis hijos el amor a la Patria? ¿Enseñé a mis hijos que como decía, el muy rico señor, Don Luis E. Delmonte que “El trabajo, más que un modo de hacer dinero, ¿es un modo de hacer dignidad”?
Con mi vida, con mis acciones, con mis actuaciones, con mis ejecutorias, ¿Ofrecí a mis hijos el modelo de conducta que debe asumir ante los retos familiares, sociales, profesionales, patrióticos? ¿Le enseñé que hay que ser honesto por convicción, no como parte de una postura para que los demás crean, vean y comenten?
¿Le enseñé a mis hijos que, todos los días tienen que rendir cuentas sobre sus actuaciones al enfrentase al hombre que más conoce nuestras acciones, al hombre cuyo rostro aparece en el espejo frente al cual nos afeitamos? A ese no le podemos mentir, sólo Dios nos conoce más y mejor.
Tenemos que extender la conducta del tiempo de Navidad para contribuir a la felicidad de los demás y a la nuestra.

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