Navidad blanca 2003

Navidad blanca 2003

Una de las más famosas canciones de navidad es la intitulada «Navidad Blanca», escrita en 1940 por el refugiado norteamericano, inmigrante ruso judío, Irving Berlin, que luego fue hecha popular en la voz de Bing Crosby, habiéndose vendido más de 350 millones de discos de la misma. Berlin es también el autor del segundo himno norteamericano, «Dios bendiga a América». Aunque no disfrutamos de la blanca nieve, se me ocurre que aunque no lo queramos, la crisis del partido blanco, conocido por sus siglas de PRD, nos afecta a todos los dominicanos. Por tal motivo, he bautizado a esta navidad como blanca, aunque sin los blancos copos de nieve.

Lo que ha ocurrido con el partido político del PRD es sintomático de los cambios que se han manifestado en nuestra sociedad, pues este partido representa, quizás mejor que cualquier otra agrupación nacional, lo que podría llamarse el pueblo dominicano. En el seno de este partido mayoritario encontramos una buena proporción de profesionales y comerciantes de la clase media y, muy por debajo, una gran masa de dominicanos pertenecientes a la parte inferior de la pirámide social, que es la gran mayoría de nuestra sociedad que se estima es de un 75 80% del total.

La presente crisis de un partido que se fundó con una ideología democrática, que evolucionó al llamado Socialismo Democrático en la Declaración de Principios, adoptada oficialmente en la XIII Convención Nacional del 27 de febrero de 1990 e impulsada por su líder máximo Dr. José Francisco Peña Gómez, ha vulnerado el apego a los preceptos que supuestamente deben exhibir los perredeístas, amparados por el cuerpo doctrinario de la mencionada Declaración. Señalamos particularmente la siguiente conclusión, referente a la Tradición Antidemocrática y el Clientelismo Político que ha afectado a la sociedad dominicana, según la Declaración de Principios: » … el seguimiento ciego a directrices que emanan de sectores o individuos, que procuran el apoyo popular mediante favores y dádivas personales al margen de los intereses nacionales y de los principios doctrinarios». Hoy día se concede poca importancia al apego y seguimiento de principios, más bien nos envanecemos con pontificar que la lucha de intereses es el propulsor fundamental de la voluntad humana. Así ha estado pensando y actuando la sociedad dominicana, como también aquellos que mediante la política querían cambiar el estado de cosas en la República Dominicana. ¿Debe un partido político enorgullecerse por cometer los mismos pecados de aquellos que tan ácidamente criticaba desde la oposición? ¿Se ha institucionalizado el país lo suficiente como para que los gobiernos presidencialistas que tenemos se reelijan? Por cierto, esta última Declaración de Principios del PRD no prohíbe la reelección.

Muchos dirán que la política es el arte de hacer lo posible. Nuestro punto de vista, expresado recientemente en este mismo medio, es que la política, si es que deseamos impulsar verdaderos cambios, debe considerarse como «el arte de lo imposible», pues creemos que el ser humano y la sociedad son perfectibles, capaces de mejorar. El valerse de la indigencia y de las necesidades de supervivencia de los otros es quizás ejercer Realpolitik para avanzar el interés personal, pero no el interés nacional. La mayor fortaleza de los que tienen el poder es un reflejo de la mayor debilidad de sus súbditos. Si los que exhiben tanta confianza en su proyecto continuista ostentan tanta seguridad, a pesar de un clamor nacional por la transparencia y la lucha contra la corrupción, esto no es más que un diagnóstico de males que se han afianzado en nuestra sociedad, en los partidos políticos y en nuestros organismos estatales, con honrosas excepciones.

La Navidad Blanca Dominicana del 2003 quizás no rivalice con aquella que cantaba Bing Crosby, pero no por esto deja de ser significativa en las reflexiones y preocupaciones de los dominicanos al finalizar el año, ante la grave crisis de valores del partido político con la enseña de color blanco, el que tanto ha contribuido a la «democracia» que hoy disfrutamos. Parece que el PRD, en vez de señalar hacia el futuro, nos ha retrotraído a un pasado por el que tanto luchó por dejar atrás.

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