La Navidad 2022 se acerca y cuando el reloj da las 00:00 horas y empieza el 25 de diciembre, a veces minutos antes, los explosivos pirotécnicos empiezan a sonar por todo el país. Nosotros la pasamos bien, incluso nos parece espectacular la forma colorida en la que revientan algunos, pero otros seres vivos la pasan mal y son los perros, que en su mayoría se esconden o muestran actos extraños. Por tal razón, en la siguiente nota te explicamos por qué le tienen miedo y cómo debemos actuar ante esto.
¿Por qué los perros le temen a los explosivos pirotécnicos?
Aunque para nosotros es común y divertido, para los perros es terrorífico. Sucede que su sentido del oído es más sensible que el de los humanos. Esto implica que pueden oír frecuencias sonoras imperceptibles para el hombre y, por ende, el ruido que nosotros escuchamos, ellos lo sienten más intenso.
Por lo tanto, la explosión de un cohete, petardo o fuego artificial, es recibido por los canes de forma muy intensa, según estudios es tres veces más fuerte que el recibido por el humano. Esto activa su instinto de supervivencia y por lo común intente huir o esconderse para salvar su vida, en los niveles más bajos de reacción. También podemos encontrar niveles más altos de los efectos que causan en ellos, como salivación excesiva, vómitos, diarrea, nerviosismo, temblores y conductas anómalas, pérdida del equilibrio y en algunas razas, sobre todo las pequeñas, el estrés deriva en infartos letales.
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Además, no solo la intensidad del ruido provoca que puedan asustarse, ser inesperado, acompañado de las brillantes luces, también son factores que influyen. Ahora no todos sufren los mismos efectos y esto se debe a que solo algunos canes desarrollan miedo o fobia a los cohetes, conocido también como sonofobia. Los que lo sufren puede darse por diversos motivos y las tres causas principales son: genética, traumas y socialización según la página Experto Animal.
– Genética: el miedo es una de las características comportamentales que un cachorro puede heredar de su progenitora. La propensión hacia este comportamiento miedoso puede ser el desencadenante de las conductas relacionadas con el miedo.
– Traumas: una experiencia negativa, aunque no esté directamente relacionada con un cohete, puede ocasionar un trauma de por vida a un perro.
– Socialización: si no hemos trabajado correctamente la habituación a los ruidos fuertes en su etapa de socialización (entre las 3 semanas y los 3 meses de vida), es probable que nuestro perro, ante la llegada de los miedos, actúe de forma negativa o asustadiza la primera vez que oiga fuegos artificiales.
Aunque el perro desde cachorro estuviera bien socializado con este tipo de ruidos y situaciones, el miedo a los explosivos pirotécnicos también puede desarrollarse sin que existan malas experiencias. Por otro lado, algunas enfermedades o la pérdida de algunos de sus sentidos (sordera, ceguera, entre otros) pueden fomentar la aparición de miedos y fobias.
Cynthia Becerra, veterinaria de la Asociación pro-Defensa de los Derechos de los animales en México, recomienda algunos tips para evitar los efectos como la herbolaria: “Existen gotas que contienen passiflora, valeriana y tila que, administradas unas semanas antes de los eventos en donde va a haber cohetes, pueden tener buenos resultados. Otra opción útil son los collares que emiten olores relajantes y la colocación de algodón en los oídos de las mascotas”, señala en entrevista con Verne.
Es recomendable que el dueño del cachorro asista a un profesional para ver si cuenta con estas fobias y cómo tratarlas. Además, para que verifique si el can tiene el síndrome de privación sensorial (cachorros que han sido totalmente aislados del entorno), entre otros resultados profesionales que pueda obtener.
Cómo actuar ante los síntomas del perro
Se debe intentar mantener una actitud normal, ignorando los comportamientos asustadizos que pueda tener el perro. No debemos tocarle, acariciarle o premiarle si se muestra nervioso, excitado o especialmente hiperactivo. Evitemos reforzar conductas que inciten al nerviosismo. Podemos acariciarlo y ofrecerle algún bocado si se muestra tranquilo, escondido en un sitio o pegado a nuestro lado.
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