Navidad de Cristo y el drama socio-espiritual de dominicanos

<P>Navidad de Cristo y el drama socio-espiritual de dominicanos</P>

A pesar de existir en nuestro origen la presencia de la palabra liberadora de Jesucristo, la forma atroz como ésta fue utilizada por los colonizadores  imposibilitó la existencia de una verdadera unidad entre lo espiritual, lo político y lo cultural.

Ello tuvo la complicación necesaria del choque y destrucción de culturas, taina y africana, y lo peor, un sistema explotador y alienante, que obligó a las razas sometidas a elaborar religiosidades sincréticas, que frustraron, tal vez para siempre, una posible unidad espiritual de la nación.

De algo, pero de poco, valieron los ingentes y audaces esfuerzos de los dominicos, los “domini canis” o perros de Dios, como ellos se hacían llamar, por su jurado celo a la comisión que nos encargara Jesucristo a los que deciden servirle, y de donde deriva nuestro gentilicio.

Pero independientemente de su cooptación ideológica desde los sectores y clases opresoras, la palabra revelada siempre hizo y hace su labor liberadora.

Aparte del instinto natural de cualquier pueblo, por primitivo que sea, hacia la libertad física, la libertad del espíritu sólo se produce en pueblos que, como los que han recibido el mensaje de Cristo, se saben llamados a la igualdad entre los humanos y a la excelsitud de ser herederos de los bienes espirituales del cielo y la vida eterna.

Fue sobre todo por su conceptos cristianos que Enriquillo encabezó su rebelión, basado en ideales de libertad e igualdad, que ya cobraban fuerza en los nativos desde Las Casa y Montesinos.

A lo largo de cinco siglos de religiosidad popular, a menudo muy distanciada de la religión revelada por Cristo, y muy a pesar del contubernio y la sumisión semi-voluntaria de la religión oficial, la Católica, no ha sido posible jamás, ni en esta nación ni en nación alguna, evitar que la verdad revelada conduzca los pueblos  tocados por el cristianismo hacia el rechazo rotundo a toda forma de opresión y humillación del hombre por el hombre.

No hay manera de conciliar a Jesucristo con un sistema explotador, alienante, falaz y corrupto, como el que nos rige. Definitivamente, no es posible que este pueblo, aún con su precario cristianismo, se someta para siempre a dictadura alguna sin que se revele.

Existe una gran inconformidad interior en cada dominicano, incluidos los más beneficiados del gobierno y del modo de explotación actual.

Se trata de un irrenunciable pre-requisito de nuestra básica calidad de vida, superior a la de empleo, seguridad, salud, educación y otras, aunque éstas tengan la urgencia de lo material. Vivimos una situación de lo humano y de lo espiritual que nuestro espíritu cristiano rechaza con enorme fuerza, aunque todavía no sepamos percibir su pujanza.

Nuestra sustancia espiritual heredada de Cristo nos dará como se la dio a Duarte y los patricios, el ímpetu de Dios, patria y libertad. Él vino a dar libertad a los cautivos, a salvarnos de toda opresión, a anunciar el año bueno del Señor.

Por eso celebremos con esperanza la conmemoración de su Natividad y de un nuevo año de Su Era.

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