Navidad, tiempo de compartir

Navidad, tiempo de compartir

SAMUEL SANTANA
Mi congregación está integrada por ciento y pico de familias. Entre ellos hay personas pobres, que no cuentan más que con la gracia de Dios para sobrevivir día a día.

Por estos hermanos necesitados sentí la gran preocupación de que pudieran pasar una Nochebuena sin que tuvieran algo que poner sobre la mesa para compartir con sus hijos.

Ideamos un plan: que todos los que podían llevaran algo durante la celebración del culto del domingo. Así lo hicimos.

Sobre el altar fue colocada una gran caja para depositar allí los alimentos.

Las lágrimas quisieron brotar de mis ojos cuando vi hasta los niños desfilar con sus funditas de arroz, azúcar, habichuela y potes de aceites, entre varias cosas, rumbo al altar.

Pronto se llenó la gran caja, al extremo de que el piso terminó convirtiéndose, también, en el recipiente donde se depositaba todo aquello.

Siento una gran alegría porque ahora sé que el 24 ya no tendremos hermanos en la congregación desprovistos de alimentos para su cena.

El esfuerzo solidario de todos ha hecho esto posible.

Esto es sólo un ejemplo de lo que podríamos hacer todos los dominicanos para lograr que todos tengamos un día especial sin que a nadie le falte su pan. Aunque sea por ese día.

Mire usted a su alrededor y piense en su vecino, en el amigo y hasta en el familiar que posiblemente no tenga que poner en su mesa el 24.

Lo que se hizo en una iglesia se puede hacer en otros lugares, incluyendo las autoridades.

Navidad es un tiempo de compartir. Es recordar que Dios se desprendió de lo más preciado que tenía, su hijo, para darlo en rescate por toda la humanidad.

Esta es una época en que muchos logran disfrutar de gran cantidad de comida, buena ropa, regalo y viaje. Pero hay otros que no tienen absolutamente nada.

El año está concluyendo pero dejando a una cantidad considerable de dominicanos sin techo, sin abrigo, sin alimentos y sin recursos.

Creo que el país debería convertirse en un gran brazo de solidaridad a favor de tanta gente nuestra que sufre, que son también nuestros hermanos.

No vayamos a la mesa a comer sin que antes sintamos la satisfacción de hacer que otro haga lo mismo gracias a nuestra expresión de amor.

Ojalá que el Gobierno se empeñe a fondo para que todos esos damnificados puedan tener una Nochebuena, lo que le permitirá mitigar el dolor que le ha causado ya la pérdida de tantas cosas, incluyendo seres queridos.

Hagamos una tregua en las grandes luchas que hemos librado durante todo el año por nuestros propios intereses y aspiraciones de todo tipo, y abriguemos el sentimiento de solidaridad y de hermandad para socorrernos unos a otros.

Que cesen ya las diatribas y pensemos en el dolor de los que no tienen esperanza. Hagámoslo con acciones, posiblemente pequeñas, pero concretas.

No descanse hasta ver que aunque sea una sola persona sea feliz en esta gran ocasión.

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