Navidad: tiempo de paz

<p>Navidad: tiempo de paz</p>

TELÉSFORO A. ISAAC
La Navidad está llamada a ser tiempo de paz. La celebración de la natividad de nuestro Señor Jesucristo es un tiempo especial que trae sosiego en la tormenta, demostración de amor entre los seres queridos y amigos, esperanza y aumento de la fe de las almas creyentes.

El nacimiento de Jesús es un acontecimiento atestiguado por la historia, confirmado por el cumplimiento de las profecías y manifestado por la revelación.

Los historiadores hacen notar que la época en que nació Jesús en Belén, había paz en Palestina y en todo el Imperio Romano. Esta época de paz permitió que la religión cristiana se propagara a todos los pueblos bañados por el Mar Mediterráneo, Grecia, Roma, Norte de África, y hasta España e Inglaterra.

La fecha del 25 de diciembre como celebración de la natividad, se estableció en Roma hacia el año 336. Este día, que coincide con el solsticio de invierno, era ya un día sagrado y festivo dedicado al nacimiento del sol invicto. Los cristianos tomaron ese día para celebrar el nacimiento de Jesús con la intención de opacar la fiesta de los paganos, y así llevar el nacimiento de Jesús el Cristo a la supremacía de las celebraciones del pueblo.

Al comienzo del Siglo XXI los cristianos celebran anualmente el nacimiento de Jesús, pero por desgracia no hay paz, porque hay horrendos conflictos en la tierra de Abraham, Isaac, Jacob, Jesús de Nazaret y en otras partes del mundo.

Zacarías el padre de Juan el Bautista profetizó diciendo: “Nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la más profunda oscuridad, para dirigir nuestros pasos por el camino de la paz”. (Lucas 1:78-79).

Pero el propósito de Dios se ve abrumado por las incongruencias religiosas, la intolerancia, la ambición desmedida de individuos y naciones, en fin, por la maldad imperante en el mundo por las huestes del mal.

A pesar de la situación conflictiva en el Medio Oriente y otras partes de nuestro globo terráqueo, celebramos nuevamente el nacimiento de Jesús, que es señalado como el príncipe de paz y mantenemos el deseo de que haya “paz en la tormenta”, confraternidad en los pueblos y naciones, y gozo permanente en los corazones de todos los seres de buena voluntad.

En la celebración del nacimiento de Jesús hay algunas condiciones o aspectos que sobresalen y hacen de esta época un tiempo muy especial de paz, alegría, gozo, confraternidad, solidaridad, intercambio de regalos, actos de conmiseración con los menos pudientes, con los enfermos, los encarcelados, los solitarios, y los desamparados.

Al celebrar la natividad de Jesucristo, se cantan himnos navideños, se toca música contagiosa, se disfruta de suculentos manjares y diversas bebidas, se presentan dramas que despliegan escenas del supuesto lugar donde María alumbró al niño Jesús en Belén, se estrechan lazos familiares, de amistades, de compañeros de diversas interrelaciones y del vecindario.

Se liberan algunos presos de las cárceles, las intrigas políticas se aminoran o toman receso, los que tienen empleos consiguen un décimo tercer mes de sus sueldos o tal vez una bonificación.

La economía se aviva, hay decoraciones con luces y artefactos multicolores y aparece la figura del Obispo Nicolás de Myra (cerca del año 300 d.C.), el famoso personaje que los colonos holandeses trajeron a Nueva York, y se ha extendido a muchas culturas, y es conocido como Santa Claus el portador de regalos para niños.

Por otro lado, la celebración navideña ha dejado de ser una observación realmente religiosa cristiana. Se ha vuelto una época de muchas actividades, mayormente seculares. El comercio secuestra o empaña lo sagrado de la época. Se aprovecha para explotar intereses mercantiles, comilonas, borracheras y festividades que hacen ignorar el significado del nacimiento del Niño Rey, el Cristo Salvador.

Los que están conscientes del porqué de la observación del nacimiento de Jesús el Señor y que practican su fe, están llamados a dar ejemplos de santidad y de agradecimiento a Dios por la bondad que el Creador nos ha mostrado. Esa bondad ha traído salvación a toda la humanidad.

La salvación es la revelación más globalizante en la historia de la humanidad, por eso, cantamos con los ángeles: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad” (Lucas 2:14).

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