Nazis en Juanillo

Nazis en Juanillo

Aquella noche del 5 de marzo de 1940 los pescadores y campesinos de la entonces muy remota playa de Juanillo, hoy al sur del aeropuerto de Punta Cana, no durmieron pues pasaron el tiempo observando cómo en alta mar un buque grande estallaba en llamas.

Aunque en Europa la Segunda Guerra Mundial era intensa, todavía Estados Unidos no había sido víctima de Pearl Harbor y permanecía como país neutral, al igual que República Dominicana, lo que significaba que no se podía tener enfrentamientos armados dentro de las tres millas de aguas territoriales dominicanas.

El buque mercante alemán “Hannover”, de 5,400 toneladas había sido localizado en el Canal de la Mona dentro de las tres millas, por el crucero inglés “Dunedin” (que sería hundido año y medio después por un submarino nazi) y por el buque francés “Juana de Arco”.

El barco alemán se había refugiado en Curazao, un puerto neutral, pero había decidido hacerse a la mar para llegar a Alemania. Al entrar en el Canal de la Mona su estrategia fue pegarse a las costas dominicanas porque sabía que los aliados no podrían atacarlo en las aguas territoriales del país.

Llevaba un cargamento de minerales y maderas. Los dos buques de guerra aliados alumbraban al barco ordenándole identificarse y parar sus máquinas. El capitán alemán, tratando de no ser capturado, ordenó a su tripulación abrir las válvulas y pegarle fuego para que se hundiera y luego abandonarlo en tres botes salvavidas. Los ingleses, sin embargo, abordaron el buque, cerraron las válvulas y apagaron el fuego antes de que éste pudiera hundirse. Además, apresaron a los tripulantes de dos de los tres botes salvavidas.

Después de dos horas en el mar, el tercero llegó a Juanillo, donde desembarcaron treinta y siete marinos alemanes que fueron recibidos por los asombrados campesinos.

De su lado, los ingleses remolcaron el “Hannover” hasta Jamaica, y con el nombre de “H.M.S. Audacity” lo convirtieron en un pequeño portaviones, el cual sería hundido por un submarino alemán apenas veintiún meses después de su captura.

El ministro alemán en Ciudad Trujillo protestó en la prensa dominicana por la captura de un barco en aguas territoriales dominicanas, en abierta violación a los acuerdos internacionales.

El ministro inglés le ripostó alegando que el buque fue capturado fuera de las tres millas y que con éste ya eran treinta y cinco los barcos alemanes que habían tratado de hundirse al ser detectados por buques de guerra aliados.

Todo tiende a indicar que el barco se encontraba dentro de las tres millas y que Inglaterra y Francia violaron el acuerdo internacional.

Los treinta y siete marinos nazistas, después de una difícil marcha de dos días por playas vírgenes escasamente habitadas, llegaron en la sección de Gina Jaraguá a la finca de don Oscar Valdés, quien los alimentó y los hizo acompañar a Higüey. Allí los esperaban diplomáticos alemanes y policías dominicanos que los llevaron en camiones a Ciudad Trujillo.

En un anuncio de prensa la legación alemana pidió al pueblo dominicano que los ayudara llevándoles ropa y comida. El gobierno decidió instalarlos en un campamento en Cambelén, arrendado por el ministro alemán, ubicado a escasos kilómetros al norte de Nigua.

En una época había pertenecido a Monseñor Nouel, el presidente Juan Isidro Jimenes se había retirado allí, pero luego había pertenecido al propio Trujillo. Uno de los marinos murió de malaria y su cuerpo fue embalsamado y guardado en el hospital del Dr. Georg, un alemán, en San Pedro de Macorís, esperando el fin de la guerra para repatriarlo.

Eventualmente fue enterrado en una finca y unos treinta años después un tractor abrió la tumba accidentalmente y allí apareció el cadáver muy bien conservado.

La embajada alemana se encargó de darle sepultura por segunda vez. Las simpatías del Dr. Georg por Hitler y Göring son aún evidentes en su oficina, primorosamente cuidada por las monjas del hospital Sagrado Corazón de Jesús, en la calle Dr. Georg de esa ciudad.

Los diplomáticos americanos siempre vieron en los jóvenes nazistas un peligro potencial dada su capacidad para cometer sabotaje y espiar. El Dr. Georg mandó por su cuenta al campamento a un zapatero, quien confeccionó calzados a la medida para cada uno de ellos.

A los dos meses de estar el grupo en Cambelén, el agregado naval norteamericano trató de visitarlos, pero el Servicio de Inteligencia dominicano le informó que ni él ni el propio Servicio de Inteligencia nacional podían entrar allí pues era una “finca privada”. A los cuatro meses de su llegada varios de los tripulantes se trasladaron a Juanillo, donde conversaron con un inglés residente allí llamado Emilio Smith, lo que provocó que el agregado naval americano también lo visitase, pero no encontró nada sospechoso.

Entonces se les prohibió a los nazis estar en otro lugar que no fuese Cambelén, o Ciudad Trujillo, y fueron sometidos a supervisión policíaca, lo que provocó la protesta del ministro alemán. Según explicó una persona al autor de este trabajo, los marinos en Cambelén fueron tratados muy bien, el campamento no estaba rodeado de alambres de púas y hasta varios de ellos tuvieron hijos con dominicanas.

En octubre dieciséis de los marinos nazis salieron hacia Haití y desde allí llegaron a Colombia. En enero de 1941 el agregado naval norteamericano reportó que los veinte que quedaban estaban bajo supervisión de la policía dominicana, pero basado en un código de “honor” o de “caballeros”, pues se confiaba totalmente en sus palabras en cuanto lo que hacían y a dónde iban.

Ese agregado naval recibió noticias de un informante de que el marino telegrafista del “Hannover” estaba ayudando al principal líder nazi en el país, el empresario Carl Hertel, en la operación de una radio clandestina. En julio se reportó que las más importantes reuniones de los nazistas en el país tenían lugar precisamente en Cambelén y el agregado militar americano comentó que los policías dominicanos eran fácilmente sobornables. La colonia alemana visitaba Cambelén, llevándoles ropa y comida.

Varios extranjeros, supuestos “turistas” que llegaron al país en el “Coamo”, que cubría la ruta desde Nueva York, también visitaron el campamento llevando paquetes y saliendo con otros “misteriosos”.

El secretario de Interior y Policía dominicano, Teódulo Pina Chevalier, recomendó a Trujillo que los nazistas fuesen transferidos a otro sitio, pues como Cambelén estaba en un punto alto y pegado a la carretera que conducía a San Cristóbal, muy utilizada por Trujillo, constituían un peligro para la seguridad personal del dictador.

Por supuesto, el agregado militar norteamericano consideró “meritoria” esa sugerencia. Se pensó en Constanza como lugar alternativo. Hacia finales de 1941 el servicio secreto dominicano reportó que Hertel y otros alemanes iban a Cambelén en altas horas de la noche en vehículos públicos para así no ser detectados.

Cuando Trujillo declaró la guerra a Alemania los marineros de Hannover, junto con un grupo de treinta y dos civiles alemanes e italianos considerados simpatizantes del eje, fueron llevados detenidos al campamento de La Cumbre, un poco antes de Piedra Blanca, en la carretera hacia Santiago.

En mayo de 1942, después de haber estado en nuestro país por más de dos años, los marinos nazistas alemanes partieron en un buque hacia Estados Unidos, junto con el grupo de alemanes e italianos civiles, en calidad de prisioneros de los aliados para ser eventualmente intercambiados por soldados norteamericanos apresados por los alemanes.

Pero los turistas europeos, americanos y dominicanos que hoy disfrutan de la playa de Juanillo no saben nada sobre esta historia.

Pero los turistas europeos, americanos y dominicanos que hoy disfrutan de la playa de Juanillo no saben nada sobre esta historia.

El agregado militar consideró meritoria la sugerencia

Servicio Secreto reportó Hertel iba a Cambelen en altas horas

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