Necesario enlace militar-policial

Necesario enlace militar-policial

ENRIQUE PEREZ VELEZ
Al leer las buenas nuevas del jefe de la Marina de Guerra sobre los llamados viajes ilegales. «HOY» 28-08-04, esta novedad me hizo remover concordantes pareceres entre los amigos de nuestro cordial «Peñón de los Viejos», sobre los deberes y comportamientos de los hombres y mujeres que componen las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, organismos encargados entre otros menesteres, de preservar la paz pública y la soberanía nacional, obligaciones que a nuestro juicio no se cumplen a cabalidad, en cuanto a los casos y situaciones que trata esta entrega, y del convencimiento de la población de que sus miembros están involucrados en la erupción de este volcán de criminalidad que su lava delictiva recorre todos los espacios de nuestros territorio, sin que hayan levantado un muro de contención para detener ese torrente criminoso que nos destruye.

Con motivo del aniversario de la Restauración y de la toma de posesión del nuevo presidente de la República, se realizó un «impresionante» desfile militar, portando sus soldados modernas y sofisticadas armas, que en este tiempo de paz se supone deben combatir esa cruel delincuencia que azota toda nuestra geografía, desestabilizadora del orden público y tranquilidad ciudadana, pero que resulta pura fachada, porque la criminalidad crece como la verdolaga.

Nuestra Carta Magna, en el acápite 14 del artículo 55, sobre las Fuerzas Armadas dice: «el objeto de su creación es defender la independencia e integridad de la República, mantener el orden público y sostener la Constitución y las leyes. La ciudadanía considera que esos preceptos no se cumplen, concepto que comparten los «muchachos» del «Peñón de los Viejos», principalmente en cuanto a la invasión «pacífica» de haitianos, que cruzan nuestra frontera como cualquier calle de Puerto Príncipe, acción que mancilla nuestra soberanía y que los cuerpos castrense parecen ignorar. También esos «guardianes» de nuestra frontera, no «advierten» la tala indiscriminada de árboles en esa zona por parte de haitianos y bandoleros dominicanos, no obstante el tránsito continuo de camiones cargados de troncos y madera, fechoría que constantemente denuncian los moradores de esa región fronteriza, vandálicas acciones que mas temprano que tarde lamentaremos.

Quienes poblamos esta media isla no comprendemos como la Marina de Guerra no ha podido aprender y desarticular la banda de delincuentes que construyen frágiles embarcaciones a todo lo largo de nuestras costas, para echarla a la mar repleta de infelices «pasajeros», quienes fácilmente contactan el domicilio de los promotores de la travesía por el canal de la muerte, con el propósito de alcanzar las costas puertorriqueñas, primer escalón de la meta soñada, «los países». ¿Que se puede pensar de esta institución que cuenta con un «eficiente» servicio de inteligencia y capacidad para solicitar la cooperación de los demás cuerpo investigativos de Estado, no haya podido dar con el paradero de esos delincuentes, que en dificultades descargan esa mercancía humana en el mar?. Opine usted amigo lector.

Los integrantes del «Peñón de los Viejos» en su mayoría se independizaron de la matriz en la década del veinte, y, en su largo recorrido hasta llegar al 141 aniversarios de nuestra Restauración, transitaron tramos de complejos acontecimientos políticos que analizaron con su añeja ecuanimidad y desprovistos de pasiones políticas, y el sentir del grupo en estos casos, es de hay dinero por el medio, como el pueblo comenta.

En la década del cincuenta los miembros del Ejército y la Policía Nacional, apenas sumaban unos diez mil hombres, y un reducido grupo de «guardias» repartido a todo lo largo de la frontera, al mando de capitanes y tenientes, mantenían a raya a los haitianos que no se atrevían cruzarla de carecer del permiso correspondiente (la visa) Hoy en el siglo 21, con más de doscientos generales y una Fuerzas Armadas y Policía Nacional cinco veces mayor que las de esos años, con compañías de soldados especializados como las mostradas en la reciente parada del 16 de agosto, no han podido o querido detener la invasión de haitianos indocumentados, ni la devastación de nuestros bosques y mucho menos los «viajes ilegales», que hoy disponen de más «puertos habilitados» para la salida de sus embarcaciones repletas de pasajeros, y ni hablar de la devastadora delincuencia que atemoriza a toda la ciudadanía.

El rumor público con justificada razón acusa de complicidad en todos esos hechos delictivos a las autoridades encargadas de enfrentarlos, acusación que generó mas fuerza con el caso de la yola desaparecida cargada de compatriotas, de trágicos episodios de muertes y de sufrimientos inconcebibles de los sobrevivientes. La gente del pueblo no se pierde, con su natural malicia comenta que pescadores, en destartalados botes que no les permiten alejarse mucho de las costas, rescataron la embarcación a la deriva, en cambio, guardacostas y lanchas con experimentados marinos y sofisticados equipos, en su búsqueda de varios días nada avistaron en el horizonte, y dicen además. no recordar del apresamiento de algún «capitán o miembro de la tripulación» de las embarcaciones de los viajes de la muerte y de que algunos de ellos haya perecido en los naufragios. ¿Tendrán la retaguardia bien cubierta esta tribu de malhechores?

Estamos en tiempo de paz, pero bajo la dictadura de una feroz delincuencia, cruel flagelo de prioritaria necesidad combatir, por lo que sería loable que el señor Presidente de la República, en calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, dispusiera transferir por el tiempo que sea necesario, un considerable número de efectivo de las Fuerzas Armadas a ésta última institución, para que luego de un corto entrenamiento enfrentar mancomunadamente bajo el mando policial, los perniciosos atracos, secuestros, robos a mano armada, violaciones y asesinatos por encargos de esa variada ensalada de delitos, que tiene a la ciudadanía en permanente tensión, por la frecuencia con que se suceden a todo lo largo de nuestra geografía.

Otro tipo de delincuencia importante descuajar, es la llamada «choferil», pandilla de vándalos que siente placer en delinquir, porque se consideran dueños de calles y carreteras del país, que con usual desplante desafían a las autoridades que intentan someterlos a la obediencia. Para enfrentar esta maquinaria de transgresores, se necesita igualmente transferir tropas de la FF AA a la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) para coadyuvar en el ordenamiento del caótico tránsito vehicular de Santo Domingo y Santiago, en principio, para luego continuar con la demás provincias, y sin distinción «meter en caja» a esa canallada de conductores, tanto de vehículos públicos como privados y oficiales, que con singular desprecio violan todas las disposiciones de tránsito y con «más fé» las señales de «no pasajero y no estacione». Un corto entrenamiento será necesario para el desempeño esta ingente labor, y la firme decisión de acabar con la vagabundería «choferil». No se puede continuar permitiendo que esas voladoras y carros del concho se detengan a coger pasajeros e improvisar paradas o estaciones donde les de la gana. Tampoco se puede permitir que los «motoconchistas» transiten por calles, avenidas y carreteras desprovistos del casco protector que manda la ley. Como miembro del Círculo de Amigos de la Historia, en recorrido reciente de estudio y recreación por toda la geografía del país, luego de traspasar las estaciones de peajes, norte, sur y este, se observa a todo lo largos de las diferentes vías transitadas, a los futuros cadáveres (motoristas) sin el casco protector.

Este pueblo está harto de la falta castigo a esos facinerosos que perversamente vulneran las leyes de tránsito, provocando violencia y muertes. El ciudadano Presidente debe designar a una persona con un ajustado «jean que muestre toda su energía, con la encomienda de detener esa orgía de infracciones que propicia el caos vehicular, que promueven sindicalistas desaprensivos para obtener las prebendas que todos conocemos, exoneraciones, préstamos que no pagan y donaciones de todo tipo de vehículos de motor y para el éxito de esta misión es necesario el apoyo permanente del Jefe del Estado, como lo hizo el doctor Balaguer, cuando el todo poderoso SITRACODE se imponía en la Corporación Dominicana de Electricidad para obtener grandes privilegios para sus afiliados, como el famoso pacto colectivo de trabajo, que la sumisa Junta de Directores aprobara, y que por el simple «esfuerzo» de un estornudo, el trabajador recibía una paga extra, hasta que el doctor Balaguer dijo basta ya de tanta vagabundería. ¿Quien recuerda hoy a Sitracode? A esos sindicatos chóferiles hay que aplicarle la misma medicina, porque han llegado a lo máximo.

Las Fuerzas Armadas tiene sobre 40 mil efectivos, «HOY» 22-08-04, por lo que un elevado número de soldados deben de estar holgazaneando por falta de «trabajo», y, ¿que mejor que utilizarlos en la noble tarea de ayudar a erradicar esa cruel delincuencia que amenaza con utilizarlos en la noble tarea de  ayudar a erradicar esa cruel delincuencia que amenaza con destruir nuestra nacionalidad, y de organizar el tránsito vehicular? Adelante Comandante en Jefe, que aquí le suelto la perla de «HOY» 30-08-04, que en sus páginas uno y cuatro dice «Cuatro personas: fueron asesinadas en La Vega». «La Policía advierte a los residentes de los ensanches Naco, Piantini y de las avenidas Tiradentes, Lope de Vega y Abraham Lincoln, sobre una banda de delincuentes que azota esos lugares».

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