Las dictaduras suelen tapar y más aún esconder sus diabluras, sus miserias y hasta su vergüenza, ésta última si llegaran a tenerla y encima de todo eso, se ríen a todo dar. Sin embargo  las democracias las destapan y las dan a conocer, para luego desprenderse de ellas a como dé lugar, porque es así como logra desinfectar las partes podridas de todo el gobierno de turno.

Lo peor es que a veces las democracias faltan en casi todos los mecanismos de  defensa contra la moralidad y la corrupción, porque el poder se ciega y se las ingenia y apaña para deshacerse del control de los legisladores como también hacerlo del poder  judicial.

La corrupción administrativa invade ya a casi todos los ciudadanos y nuestros jueces, algunos, si llegan a condenar algún corrupto, siempre aparece una trampa o alguna puerta falsa o algún pasadizo o un callejón por los que fueron condenados salen de las cárceles y se liberan de su encierro, simple castigo. Y esto es así porque los políticos corruptos, no importa su posición en el partido,  andan campantes disfrutando de su botín, ya nadie devuelve un centavo, pues se pasan las leyes, la Constitución y los reglamentos si fuera necesario, faltando todos los códigos, poniéndose todas las leyes donde les dé las ganas.

Estimados y queridos lectores, algo habrá que inventarse para que la democracia limpie esas pústulas e higienice el sistema, de no hacerse algo pronto veremos en el Ejecutivo un nuevo tirano, que necesite ser iluminado por la acción patriótica como hizo el 30 de mayo del 1961 en la misma forma como se ve en la importante “históricamente película” El Teniente Amado. ¡Que la verdadera Democracia vuelva a República Dominicana!