En 1999 el científico Sugata Mitra inició un experimento en India llamado “Hole in the Wall” (Hoyo en la Pared) en el que puso una computadora a disposición de niños que nunca la habían visto y en ocho horas se enseñaban entre sí a navegar en la web; meses después ya hablaban inglés correctamente y analizaban biotecnología genética, neurociencia e informática avanzada. Lo único que se necesitaba era motivarlos y dejarlos experimentar.
Sorprendido por la capacidad autodidacta de los niños, convocó a varias señoras jubiladas de Inglaterra para que fueran ciberabuelas cuyo trabajo sería, única y exclusivamente, motivar a los estudiantes mientras absorbían nuevos conocimientos. La red se llama “Nube de abuelas” y junto al “Hoyo en la pared” comprenden lo que Mitra llama “Escuela en la Nube”.
El planteamiento de Sugata no descarta a los maestros en el proceso de aprendizaje; de hecho les da más presencia que nunca. En el enfoque cualitativo el docente pasa a ser un facilitador, el guía que organizará a los participantes y sembrará la semilla de la curiosidad para que ellos descubran el conocimiento; también orientará sobre el camino más idóneo para llegar al saber.
Se llaman “Self Organized Learning Environment (SOLE)”, espacios donde los estudiantes organizan el proceso de aprendizaje mediante la estimulación del facilitador. En esencia, son los pequeños quienes eligen la forma en que se van a estructurar por sus actitudes y aptitudes. “No se trata de hacer que el aprendizaje ocurra. Se trata de dejar que suceda.”, apuntó.
Los conceptos que plantea Mitra no son nuevos. El educador británico Ken Robinson los analiza desde hace décadas y en 2011 se atrevió a sentenciar: “El sistema educativo de hoy es anacrónico”. Analiza el modelo actual y considera que es lo más parecido a una fábrica, cuando debería ser un laboratorio creativo. “Muchas de nuestras ideas han sido formadas, no para enfrentar los retos de este siglo, sino las circunstancias de siglos pasados”.
Robinson resalta la creatividad como el eje que debe impulsar el conocimiento, sobre todo porque el proceso creativo despierta mayor número de neuronas que cualquier otra actividad dentro del aula. La neurociencia confirma que la parte reptil del cerebro, cuando se siente amenazada, suprime la corteza prefrontal y limita el aprendizaje. Tanto Ken como Sugata entienden que los exámenes tradicionales aterran a los estudiantes y los resume a un número.
“Nuestros hijos vuelven a la casa tras la escuela cada día y aprenden más por sí mismos, con sus amigos y en las redes sociales que en aula, ¿o no?”, se preguntó el investigador y asesor mundial Richard Gerver, para luego sentenciar: “El problema es que seguimos apilando cosas encima de la educación para hacerla mejor, en vez de transformarla desde la base”.
El experto en educomunicación Mark Prensky también cree que el sistema educativo ya no responde a las exigencias del nuevo siglo. En agosto pasado dictó una conferencia en República Dominicana donde enfatizó que los “nativos digitales” necesitan facilitadores para aprender, no maestros que se crean superiores y les maten la creatividad con contenidos enlatados.
Carlos Calvo Muñoz, educador e investigador chileno, plantea que un estudiante se pasa 12 años en la escuela y no aprende a leer comprensivamente, no comprende las matemáticas ni casi nada “porque el sistema está mal planteado. No es el alumno el que fracasa, es el modelo. Las reformas actuales son arreglos cosméticos de lo que pensamos debemos mejorar”.
Todos los especialistas citados coinciden en que el sistema educativo todavía imperante en las sociedades intenta preparar estudiantes para un futuro incierto, y más que eso, los “educan” para que sean capaces de conseguir un empleo de carbón en una sociedad binaria. El enfoque, según ellos, no debe ser preparar obreros del cambio, sino que lo dominen y conquisten.
Pronto iniciará otro año en la escuela dominicana con más de 2.2 millones de educandos y, al parecer, no se perfilan cambios en el método y metodología de enseñanza. La pedagogía requiere actualizarse, salir del aula del siglo XIX y subir a la nube actual. Estamos usando herramientas nuevas con contenido viejo, así no llegaremos a parte. Tenemos una nueva oportunidad de hacerlo mejor, de hacerlo bien de verdad.