La transformación digital mundial, en esta época de las redes y la agricultura de precisión, agregada, la necesidad de una extensión agropecuaria más allá de la trasferencia de tecnológica, obliga a replantearse el rol del profesional agropecuario y el Estado en cuanto a la zona rural.

Estamos hablando de la vía para llevar al campo los nuevos hallazgos técnicos, socializar las acciones con la pericia de los agricultores, integrando los asuntos económicos, producción y déficits planetarios, comercialización, lo social-comunitario y el reto ambiental, con el fin de determinar planes de trabajo unificados y con la certeza de su efectividad.

Por eso, es necesario diseñar y ejecutar un nuevo modelo dominicano de extensión, capacitación y divulgación en todo el país, que incida en las Agencias de Desarrollo Rurales.

En este tenor, se establecer realmente los Centros Regionales de Capacitación y Divulgación Agropecuarias, como una escuela permanente para el Agente de Desarrollo Rural y los productores.

Debemos organizar la transferencia de tecnología de acuerdo a los planes, sus objetivos y metas, siempre adecuado a nuestras propias condiciones y con un sistema de supervisión y control.

El país tiene vasta experiencia en la puesta en práctica de sistemas de extensión, capacitación y divulgación agropecuarias, herramientas imprescindibles para que el técnico lleve al campo sus conocimientos y las recomendaciones desde nuestros centros de investigación.

Por eso, un extensionista no es un simple profesional agropecuario, es un agente de desarrollo entrenado con las herramientas idóneas para transferir correctamente un paquete tecnológico, así elevar la productividad, aprovechando los valiosos recursos disponibles y apuntar hacia el desarrollo de la zona rural.

El 27 marzo, 2010, el periodista experto en temas agropecuarios y un afamado productor, Evaristo Rubens, publicó en el periódico HOY, que “El servicio de extensión, imprescindible para la asistencia técnica y la transferencia de tecnologías en la producción agropecuaria y más en estos tiempos de competitividad, se puede decir que no existe como tal en el país desde hace unos 15 años”.

Rubens citó algunos de los programas anteriores de extensión, capacitación e investigación:

“El Servicio de Extensión nace en el país en 1962, con un proyecto financiado por la AID, de EU.”

“La PL-480, de EU, crea la Agencia de Extensión con agentes de áreas.”

“Fondo Internacional para el Desarrollo Agropecuario financia otra parte del servicio de extensión.”

“PIDAGRO fue el mayor empuje y desarrollo de extensión. Se forman las agencias de extensión y se establece el servicio en todo el país (1972-73).”

“Se contratan servicios técnicos del Ministerio de Cooperación de Israel: capacitación y visitas.”

Por lo visto y vivido, tenemos suficiente experiencia para elaborar y poner en ejecución un nuevo sistema de extensión, capacitación y divulgación agropecuarias, que es el eje reclamado durante mucho tiempo, ya que desde mediados de los años ’80 se produjo un desmonte gradual, dentro de las políticas que auguraban para los consumidores dominicanos, productos más baratos, pero cosechados en el exterior, por lo que tenemos que importarlos.

Nota. La FAO explica que “Frecuentemente, la extensión es considerada simplemente como un vehículo para difundir el progreso técnico y científico y transferir tecnología. Esa es una definición estrecha e insatisfactoria. La difusión del conocimiento no es un camino de una sola vía; de científicos a productores. Los conocimientos de los agricultores deben ser recogidos, analizados, capitalizados y diseminados. Los productores necesitan algo más que información técnica. Rara vez hay una solución a los problemas agrícolas que «le quede bien a todos», ya que comprenden aspectos técnicos, económicos, comerciales, sociales y ambientales…. los propios productores deben ser capaces de analizar las restricciones, buscar y probar soluciones, y elegir opciones entre las ofrecidas por el conjunto de proveedores de servicios.”