Necias efemérides

Necias efemérides

CARMEN IMBERT BRUGAL
La vida de Amín Abel Hasbún pudo ser ejemplo y no lo ha sido. Una minoría que se extingue, lo recuerda cada año. Los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo -UASD-  ignoran la trayectoria del dirigente estudiantil, emblemático secretario de la Federación de Estudiantes Dominicanos. 

«El nombre me suena» respondió una estudiante de la UASD cuando le preguntaron si conocía al líder de tantas batallas libradas en el alma máter. En aquel tiempo, la excelencia avalaba la militancia. Amín ganó lauros como estudiante en el Colegio De La Salle, su comportamiento y desempeño académico en la UASD, lo hicieron acreedor del respeto de maestros, compañeros de estudios y adversarios.

Luchó contra la satrapía desde su imberbe participación en el Movimiento 14 de Junio. Cuando el presidente Juan Bosch fue derrocado, tenía veintidós años y la edad no fue óbice para protestar por el infausto acontecimiento, presentido por muchos.

Participó en la Revolución del 1965 y conoció las prisiones del Triunvirato y del balaguerato. En el año 1966 recibe el título de Ingeniero  Magna Cum Laude  y continúa las labores políticas con el mismo entusiasmo y compromiso, a pesar de los riesgos. Amín Abel Hasbún estaba marcado, era uno de los tantos jóvenes escogidos para el exterminio.

Los detalles de su asesinato conmovieron a los más desalmados. El 24 de septiembre del año 1970 un cabo ejecutó la orden y un fiscal legitimó el horror. El asesinato ocurrió en su casa, de nada sirvió la súplica de la esposa ni la mirada aterrorizada e inocente del vástago. Tenían que matarlo y lo hicieron.

Durante un tiempo algunos soñaron con aquello de «hay muertos que van subiendo cuando más su ataúd baja». ¿A quién debe imputársele el olvido o la indiferencia? ¿Quién debió evitar que, treinta y siete años después, a nadie le importe su vida y pocos conozcan los detalles de su muerte?

Siete años antes de aquel septiembre que vio a Amín ensangrentado, sobre uno de los peldaños de la escalera de su vivienda y se estremeció con los reclamos de su viuda, el golpe de Estado había marcado un hito vergonzoso en la historia dominicana. Si los estudiantes de la UASD desconocen a Amín, no debe extrañar que ignoren lo ocurrido el 25 de septiembre del año 1963.

¿Es importante que lo sepan y evalúen el origen y las consecuencias de aquel hecho?

Juan Bosch se convirtió, gracias a un extraordinario respaldo electoral, en el primer Presidente electo, de manera democrática, después de la tiranía. El prestigioso intelectual, reconocido cuentista, amante inveterado de las libertades públicas, tuvo como escudo los principios. Su propuesta política era absolutamente innovadora y fue considerada peligrosa. No fue casual el apelativo de comunista, la impugnación de la iglesia católica, de periodistas y de grupos empresariales que atizaban las «Manifestaciones de Reafirmación Cristiana».

El asedio no detuvo las actuaciones democráticas y reformadoras. La Constitución del 1963 todavía no ha sido superada.

Atribuir al gobierno de los EUA la autoría del golpe, exculparía a los gestores locales de la ignominia. Dice el historiador Roberto Cassá: «Los agregados militares estaban en la conspiración, pero el gobierno de EUA siempre es elusivo a la hora de adoptar compromisos. Yo conversé con un Coronel y me dijo que nunca tuvo vínculos con los EUA, que un agente muy importante del golpe fue la jerarquía eclesiástica. La iglesia, a través de sus capellanes. Se trataba de alterar el curso de la legalidad democrática después de 31 años de Trujillo».

Las efemérides ahora resultan necias, decadentes; empero, no está demás la impertinencia y recordar algo de lo dicho por el Presidente Juan Bosch en aquel momento aciago… «Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle, se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto, y nos opondremos siempre, a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social. En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas