Fuera de duda, el país vive en una emergencia expresamente declarada por la pandemia del coronavirus, que al predominar sobre la atención asistencial privada y pública agudiza otros problemas colectivos de salud, insuficientemente atendida bajo crecidos índices de mortalidad y morbilidad en las áreas materna, neonatal y epidemiológica y una oleada de intoxicaciones y muertes por consumos de bebidas.
En modo alguno debería, en este momento, asomar reducción de atenciones profesionales, por pequeña que sea, a la población como ocurriría por protestarle a una administradora de riesgos de salud en particular extendida en coberturas hacia un segmento poblacional en plenitud teórica de derechos constitucionales a la protección sanitaria.
Una guerrita obrero-patronal con miles de afiliados expuestos a sufrir bajas. Para ellos, lo más delgado de la soga, estarían reservadas las peores consecuencias y riesgos por quebrantos en boga.
Los actores de la protesta seguirían a salvo en su retaguardia de brazos cruzados mientras los asegurados pasan a complicaciones para procurar atenciones alternativas y sufriendo en carne propia la falta de acceso a lo convencional.
Una erosión evitable si se resta drasticidad a los reclamos probablemente justos, pero que ameritan diálogo y apelación a las instancias del Sistema de Seguridad Social que deben administrar imperfecciones y conflictos.
El Don Bosco que nunca ha faltado
Doce centros han estado abiertos a la llegada de adolescentes y niños de vida callejera o afectados por disfunciones en sus hogares.
Una eficiente obra de amor de inspiración salesiana que da presencia en el país al altruismo de la orden religiosa creada por el Don Bosco de dimensión universal por sus aportes en métodos de enseñanza y de orientación para asegurarles horizontes a la juventud.
El rol de la Red de «Muchachos y Muchachas con Don Bosco» está en riesgo tras una drástica reducción de los recursos que el Estado le asigna para fortalecer su favorable interacción con menores de edad a los que evita condiciones contrarias a su buena formación ciudadana.
Se trata de una inversión pública con significativos retornos a la sociedad que tiene en alta estima y respalda la causa salesiana.