Nadie sabe cuántas personas han muerto en el país por consumir medicamentos falsificados, y puede apostarse a que no lo sabremos nunca. Mientras tanto el criminal negocio marcha viento en popa, llenando los bolsillos de sus auspiciadores y matando de manera silenciosa a los incautos ciudadanos que creen estar aliviando sus dolencias cuando en realidad es todo lo contrario. ¿Quién va a pensar que el medicamento adquirido en una farmacia, que se supone es un negocio legal sometido a controles y regulaciones por parte de las autoridades, ha sido adulterado o se encuentra vencido? Eso es precisamente lo que está ocurriendo, pues al menos 60 farmacias del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo están siendo investigadas por la Procuraduría Especializada de la Salud por vender medicamentos falsificados, de las cuales cuatro han sido ya cerradas y sus propietarios sometidos a la acción de la justicia. Rafael Brito, director del recién creado departamento, explicó que más del 50% de los negocios cerrados tenían para expendio medicamentos que no cumplían con el más mínimo requisito sanitario, y que ha recibido más de cien denuncias, en los cuatro meses que lleva funcionando, de parte de ciudadanos que van a quejarse directamente a ese departamento o que lo hacen a través de Proconsumidor. Y como si no hubiera ya motivos suficientes para alarmarse o preocuparse, no descartó que el narcotráfico esté involucrado y que también esté sacando su tajada de ese comercio ilícito. ¿Cuántas farmacias, de las miles que operan en todo el territorio nacional, están vendiendo medicamentos falsificados? ¿Cuántas personas han muerto, o visto agravarse su estado de salud, o sufrido lesiones permanentes como consecuencia de una inadecuada medicación? Eso no lo sabremos nunca, como tampoco sabremos cuántos ciudadanos más serán víctimas de ese criminal negocio sin que se enteren ni ellos ni sus familiares.