Neit Nivar y Pérez y Pérez

Neit Nivar y Pérez y Pérez

A principios del año 1975, el jefe Ejército, general Enrique Pérez y Pérez, llevaba más de dos años en franca ascendencia, con el control de los demás estamentos castrenses. En ese periodo, la facción de Neit Nivar Seijas se encontraba en franca desgracia. El primero contaba con el respaldo de las principales unidades militares y de los titulares de las mismas.
El vicealmirante Ramón Emilio Jiménez era el jefe de las Fuerzas Armadas y el general Salvador Lluberes Montás dirigía la Fuerza Aérea Dominicana. Otros que profesaban lealtad absoluta a Pérez y Pérez eran los coroneles Manuel Antonio Cuervo Gómez y José Ernesto Cruz Brea Cruz. En las comandancias de Barahona y San Francisco de Macorís estaban de manera respectiva sus aliados Inirio Pérez Naut y Ursino Guzmán Liriano.
El alto jefe militar podía también contar con los titulares del batallón de la Policía Militar en la fortaleza Ozama y con la artillería y los blindados de El Polvorín, que estaba a la entrada de Villa Mella. El director del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), Enrique Valdez Vidaurre, íntimo de Jiménez Reyes, respondía a los dicterios de Pérez y Pérez. Mientras el poder del jefe del Ejército seguía en ascendencia, Nivar y su grupo “frenaban en el aro”, y sus rivales enviaban al ocaso a sus seguidores. A los comandantes aliados de Neit los transferían a puestos sin importancia, o en su defecto, los ponían en condición de retiro.
La estrella de Nivar volvió a resplandecer a raíz del asesinato del periodista Orlando Martínez, la noche del 17 de marzo de 1975, crimen que provocó descontentos contra el gobierno, manifestado mediante movilizaciones callejeras y marchas estudiantiles. La situación impuso que el gobierno buscara alternativas dirigidas a controlar la situación. Una de esas alternativas fue la designación de Neit en la Policía Nacional.
En su nueva posición el jefe policial no perdió tiempo en reorganizar los cuadros de la institución del orden mediante la sustitución de sus opositores por oficiales de su afecto. Los primeros en ser relevados fueron los coroneles Luis Arzeno Regalado, jefe del Servicio Secreto, y el asesor Antonio De Los Santos Agramonte. Como aliados Nivar Seijas contaba con los generales Braulio Alvarez Sánchez y Marcos Jorge Moreno. El general Eladio Marmolejos, fue colocado en la fortaleza Ozama, y el coronel Manuel Lachapelle Suero, pasó a comandar el batallón del campamento 16 de Agosto. El grupo de Pérez y Pérez, en cambio, perdió mucha influencia debido a que no estaba al mando de ninguna tropa.
No obstante estos movimientos, el presidente Balaguer mantenía la cultura del equilibrio en los cuadros militares, para que Nivar Seijas no contara con un dominio absoluto en los cuerpos castrenses, y en esa tesitura mantuvo a Cuervo Gómez como comandante de El Polvorín. Tampoco permitió un solo cambio en el mando de la Guardia Presidencial.
Fue dentro de este espectro que el Presidente sacó del “banco” al comodoro Francisco Javier Rivera Caminero, y lo puso a dirigir el Cuerpo de los Ayudantes Militares. Desde esa posición el ex jefe de la Marina sería útil a lo interno del área militar del Jefe del Estado para mantener vigilado a Nivar. En la oportunidad se comentó que Balaguer estaba en lo correcto, ya que los intentos de Neit por apropiarse de la Guardia Presidencial y de los Ayudantes Militares fueron bloqueados por Rivera Caminero.
Cuando el comandante naval asumió la M de G, luego de la renuncia de los generales, su primera acción fue desmantelar la camarilla de Jiménez Reyes y la sustituyó con sus hombres, que habían estado en desgracia por varios años. Asimismo, fue muy comentada la reintegración del coronel Mario Imbert Mcgregor, que había sido retirado involuntariamente después del complot de Wessin y Wessin, en 1971. Estos movimientos constituyeron un “mensaje” claro a los miembros de los cuerpos militares, en el sentido de que su presente y su futuro estaba en manos de Balaguer.
El equilibrio balaguerista y la rivalidad Pérez-Nivar concluyó en las elecciones de mayo de 1978, cuando el Partido Revolucionario Dominicano, y su candidato Antonio Guzmán vencieron en las elecciones generales de ese año. Neit y el secretario de las FF.AA. Juan René Beauchamps, intentaron alterar los resultados de las elecciones, al disponer que el proceso de conteo de los votos fuera paralizado, con apenas el 25% de los sufragios escrutados. Balaguer mostró poco entusiasmo en desafiar los resultados de la contienda. Nivar habló de dar un golpe de Estado, pero, en cambio, Pérez y Pérez, que dirigía la Primera Brigada desde hacía seis meses, se negó a tomar ningún tipo de acción sin la aprobación del gobernante. El presidente rehusó disponer esa autorización, por lo que se mantuvieron los resultados de las elecciones.
Ocho años más tarde el líder del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) retornó al poder derivado de la lucha interna entre la dirigencia de su opositor Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

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