Neoliberalismo: acumulación de riquezas y generación de pobreza

Neoliberalismo: acumulación de riquezas y generación de pobreza

El neoliberalismo salvaje como lo calificara en Santo Papa en tiempo pasado, ha sido considerado como un fenómeno resultante del nuevo orden económico mundial que predomina en el presente siglo, con propósito de lograr el control absoluto de los grandes territorios existentes, de las abundantes riquezas de los pueblos, la fuerza laboral más calificada, así como los grandes paraísos financieros, los deficientes y dependientes Estados mal gobernados.

El neoliberalismo, que es un subproducto del capitalismo global, ha resultado ser un mal agradecido, al querer destruir los viejos principios ideológicos que históricamente hicieron creíble al capitalismo, el cual se consideraba “como lo más bueno”, al grado tal que se impuso sobre el comunismo que era la otra cara de la moneda considerado “malo”, llegando a su casi total desaparición en el mundo.

La doctrina neoliberal apareció imponente en casi todos los escenarios y el quehacer social, económico, laboral, cultural, comercial y estatal. Hoy parece ya estar en decadencia, pudiéndosele reconocer entre sus principales logros la eliminación de fronteras entre naciones rivales, obligándolas a tener que consensual en sus políticas económicas, acogerse a sus imperativas decisiones, lineamientos fiscales, el contraer la función pública en torno a crear un Estado mínimo dependiente que solamente le sirva como guardián de sus propios intereses y administrador para reordenar las cosas que según la nueva lógica del mercado neoliberal se deben ejecutar, cambiar y sostener dentro del nuevo orden.

Esta integración del mundo que impuso el neoliberalismo solo persigue el convertir a países pequeños en simples departamentos de los microsistemas de aquellas megaempresas que apoyan y colocan a determinados gobernantes subordinados al pensamiento filosófico neoliberal antihumano, destructor de las economías industrializadas, de los patrimonios nacionales y excluyente como el caso de Republica Dominicana, que en la actualidad tiene abrumados y desesperados a millones de dominicanos por encontrarse sumergidos en la extrema pobreza e impulsando la unificación de la isla con Haití y cada día más la dependencia económica de las grandes organizaciones financieras de cortes neoliberales.

Sabemos que en la historia de la humanidad han existidos grandes imperios y sistemas de gobiernos que han enarbolados el trabajo productivo para el mejoramiento social y económico de la gente. Entre esos sistemas podemos recordar aquellos que se fundamentaron se estilos de gestión en el socialismo, comunismo, capitalismo, monárquico, dictatorial y el neoliberal que llego caracterizado por hacer más ricos a pequeños grupos y más pobres a las grandes mayorías de ciudadanos a nivel nacional y mundial.

Aunque no es menos cierto que ningunos de estos sistemas de gobiernos han logrados un real mejoramiento en los niveles de vidas de la humanidad pobre, todo ha sido lo contrario, hoy existen más pobres, mas crisis económicas y sociales, mas delincuencia y mas deshumanización entre naciones. No obstante, es destacable decir que el peor de estos sistemas lo parece ser el “neoliberal salvaje”, tipificado por una despiadada explotación del hombre por el hombre, del ensanchamiento de la brecha entre pobres y ricos y destruir bienes materiales, los yacimientos mineros, el medio ambiente, las buenas costumbres y los valores nacionales.

Además el neoliberalismo ha socavado la cultura de la compartición social, y el espíritu de servir al bien común sin importar banderías políticas; sino la búsqueda de una real eficientización del Estado como principal administrador del patrimonio de nosotros mismos como nación organizada y como generador de riquezas como estrategia de desarrollo humano.

Sabemos que durante las últimas décadas nuestra administración pública ha padecido de ciertas crisis institucionales, gerenciales y morales como producto de una marcada prostitución partidista de la cual ha venido siendo objeto a través de los años, lo que ha dado al traste a un empeoramiento de su funcionali9dad y su rol como institución de servicios a la sociedad, no de fuente para enriquecer a unos pocos ni privilegiar a un partido político en particular. Soslayando así, la famosa frase del estadista Don Luis Muñoz Marín, que decía: “Ningún partido político, por su naturaleza que le es esencial para sus fines, no tiene las características de un cuerpo administrativo, por tanto, no puede administrar con eficiencia y eficacia”.

Un gobierno como tal, tiene características de cuerpo administrativo, por ende, puede administrar con la misma eficiencia que lo hace el sector privado, siempre y cuando se utilicen hombres y mujeres competentes propiciadores del bienestar social, como lo fuera considerado por el famoso chino llamado Confucio, el cual sostenía que un partido político no puede administrar, siendo coincidente en ese aspecto con Luis Muñoz Marín, de quienes debemos tomar como paradigmas en estos momentos de crisis, conflictos y de cambios como lo están demandando las mayorías de las naciones del mundo que ayer asumieron la filosofía neoliberal.

Urge necesario que preservemos nuestras organizaciones, hagámoslas más eficaces  a través de una mayor voluntad política de los sectores que tienen que ver con este gran paso hacia la modernidad de nuestro sistema público y privado. Ya es justo que se tomen decisiones históricas que favorezcan a todos los sectores de la vida nacional y nos olvidemos de los intereses personales, grupales, el bienestar de la Patria debe estar subordinado ante todo.

En conclusión, resulta ilógico que en pleno siglo XXI seamos uno de los países de América Latina que hoy contamos con los más peores índices en pobreza, en corrupción, desigualdad social y en mala distribución de riquezas, factores que han sido obstáculos para un mejor desarrollo humano y un sostenible crecimiento económico basado en la producción nacional de sus ciudadanos. De manera que debemos abocarnos a tener un sistema de gobierno que se caracterice por administrar con eficiencia la pobreza y genere riquezas para todos.

Publicaciones Relacionadas