La insistencia de la derecha gobernante israelí de construir asentamientos judíos en la zona Este de Jerusalén, ha crispado las relaciones entre el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y la administración del Presidente de Estados Unidos Barack Obama, quien no le dispensó el mejor de los tratos al político hebreo en su reciente visita a la Casa Blanca.
La parte oriental de Jerusalén, la ciudad bíblica en la que convergen las tres religiones monoteístas, está preservada como la capital del eventual Estado Palestino que surja del proceso negociador que, con altibajos, está en proceso desde finales de los años 80 entre Israel, la Autoridad Palestina, Estados Unidos y los países árabes.
Los acuerdos de Oslo prohibieron a Israel levantar asentamientos en esa zona, pero sistemáticamente el Estado judío ha violado ese convenio. Recientemente, Netanyahu, titular de la coalición que encabeza el Partido Likud, anunció nuevos asentamientos, que provocaron la reacción airada del Departamento de Estado y la Casa Blanca.
Para apaciguar los ánimos de su tradicional socio, Netanyahu viajó a Washington, pero su encuentro con Obama no resultó nada halagüeño. Fuentes cercanas al primer ministro judío filtraron los detalles de un encuentro que la prensa de Tel Aviv no ha dudado en tildar de emboscada, y en el cual Obama humilló a su invitado por su desafiante expansión colonial a expensas de los palestinos.
Además, según trascendidos, Obama enumeró una lista de 13 exigencias y reclamó a su interlocutor contestarlas ya con decisiones prácticas, y por escrito, para conseguir un acuerdo final con los palestinos en dos años, al margen de que a Netanyahu pudiera costarle la caída de su alianza con los derechistas. La cultura de las mentiras ha terminado, sentenció el analista Ben Caspit en su columna del influyente diario Maariv, de Israel. Todo el mundo entendió que, esta vez, Obama tiene a Netanyahu contra la pared, resumía Shimon Shiffer en el matutino Yedioth Ahronoth, donde apuntaba que Washington ha presionado con lo más sensible para el interés vital de Israel: dejar solo al líder del Likud ante la amenaza de Irán. Sin cámaras, sin testigos, el mandatario judío recibió, según la prensa internacional, el trato reservado al presidente de Guinea ecuatorial. Obama llegó a interrumpir la reunión de casi tres horas para irse a cenar con Michelle y las niñas, dejando plantado a Netanyahu con un voy a estar por aquí. Netanyahu está en la cuerda floja.
(El autor es político y diplomático).
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