La Academia de Ciencias de la República Dominicana tiene el gran placer de invitar por este medio a todos los interesados en el tema, a la conferencia que dictará el prominente investigador francés, el Dr. Stanislas Dehaene, en nuestros salones en la calle Las Damas esquina El Conde, el próximo jueves 22 a las 7.00 p.m. La entrada es libre (tel. 809-687-6315). Este neurocientista es una autoridad mundial en los aspectos de la cognición y de cómo aprende el cerebro, dirige el Departamento de Psicología Experimental del College de Francia. En la oportunidad, tratará el tema de cómo lee y se alfabetiza el cerebro. Esta plática magistral forma parte de las únicas dos conferencias que la Academia de Ciencias de Francia auspicia fuera de París. Tendremos nosotros el gran honor, por presidir la Comisión de Salud de la Academia, de presentar esa noche a tan distinguido invitado.
Esta actividad, motorizada por la educadora Obdulia García, miembro de nuestra Academia, se iniciará al entregarle el Dr. Luis Scheker, presidente de la Academia, el título de “Miembro Correspondiente” de nuestra institución, a tan distinguido neurocientista. Sin dudas, no existe materia prima más preciosa que el potencial del cerebro para aprender, mejor dicho, “para aprender a aprender”. Siempre yo he estado convencido, por mí mismo y por la honrosa herencia de varias generaciones magisteriales de los Silié, de que la expansión de la inteligencia, la capacidad creativa y la habilidad para tomar decisiones rápidamente y acertadas, están presentes todas en los procesos del aprendizaje.
Afortunadamente, en el siglo XXI se están multiplicando las investigaciones sobre neuro-educación, las cuales confirman que en un entorno estimulante se fortalecen las conexiones entre las neuronas, la materia prima del aprendizaje. Paralelamente, y a la luz de una nueva disciplina, “el neuro-aprendizaje”, se desarrollan técnicas para optimizar estos procesos tomando como punto de partida un conjunto de funcionalidades probadas; el cerebro registra y almacena datos de diversas maneras: según el contexto, la modalidad sensorial, el equilibrio biológico del momento y, fundamentalmente, por lo más importante el contenido emocional.
La década del 1990 fue designada la década del cerebro; las librerías están atiborradas de obras dedicadas a entender el complejo funcionamiento de la mente y el cerebro humano; las revistas científicas publican numerosos artículos experimentales; la tecnología intenta imitar el funcionamiento del cerebro; en internet existen más de 10,000 páginas dedicadas al estudio de la mente y se han patentado mundialmente diversas teorías y herramientas fundamentales para desarrollar la potencialidad de la mente, tales como: la inteligencia emocional, la programación neuro lingüística, el instrumento de dominación cerebral, el mapeo mental, el mapeo de información, las inteligencias múltiples y los pensamientos: lateral, convergente y divergente.
El fracaso del siglo pasado en el ámbito de la formación fue la educación. A pesar de los avances en las ciencias pedagógicas y en la didáctica, muchas de las organizaciones educativas aún siguen utilizando un entumecido y añejo sistema para comunicar conocimientos, que por cierto ya ha sido devaluado por obsoleto. Las nuevas tecnologías son parte de nuestra era, quizás uno de los ejes que hicieron dar un giro a nuestras vidas en esta última década. Y su paso es cada vez más veloz, empujándonos a adaptarnos como sea; no manejar estas tecnologías implicaría quedar fuera del sistema. Frente a esta invasión permanente de estímulos y la excitación que esto genera al sistema, nos preguntamos: ¿cómo podemos lidiar para capturar el interés de aprender?. Es más difícil si no utilizamos vías modernas para que el niño preste atención; hoy a ese alumno que se le enseña que Duarte fue nuestro gran patricio con una arcaica hoja de un pálido libro, de seguro el joven se aburrirá y preferirá chatear y no pondrá atención al maestro que tiene delante. Frente a un apático profesor (a), sin emociones, desmotivado y sin recursos modernos; entonces ese estudiante sin estímulos no hará mayores esfuerzos cerebrales para “aprender”. De eso “conversaremos”, el próximo jueves en la Academia de Ciencias. Los esperamos con beneplácito para platicar de neuro-educación, ¡Bienvenidos sean todos!