Neuroeducación (única alternativa científica, por ahora)

Neuroeducación (única alternativa científica, por ahora)

1. Neuroeducación es un término que surge en 1996 para designar un nuevo Modelo Educativo como una alternativa que fuera capaz de dar respuesta a la actual Crisis Mundial de la Educación.
Desde sus inicios se ha definido la neuroeducación como una nueva interdisciplina y transdisciplina que promueve una mayor integración de las ciencias de la educación con aquellas que se ocupan del desarrollo neurocognitivo de la persona humana. Interdisciplina en tanto es la intersección de muchas disciplinas relacionadas con el aprendizaje y la enseñanza en todas sus formas; transdisciplina en cuanto es una nueva integración, absolutamente original, de aquellas en una nueva categoría conceptual y práctica (Koizumi, 2006). También, como una línea de pensamiento y acción que está uniendo tres grandes ciencias: las Neurociencias, la Psicología y la Educación, con la Pedagogía (Campos, 2011).
Este Modelo Educativo tiene como fundamento científico el funcionamiento del cerebro; es lo que Jensen (2004, 2010) postula como “la educación basada en el cerebro”. Esto implica el estudio de las neurociencias y de ahí, la imperiosa necesidad de que, para adoptarlo como sistema de enseñanza-aprendizaje, la maestra y el maestro posean un buen conocimiento de la naturaleza, la estructura y el funcionamiento del cerebro.
El planteamiento es el siguiente: Históricamente ha habido un divorcio entre la educación y el cerebro. Battro y Cardinalli (2002) sostienen al respecto que mientras la Educación no ha cambiado de manera radical en los últimos cien años, el cambio en la Medicina ha sido extraordinario, tanto como para que cualquier médico formado en esa época sea incapaz de ejercer adecuadamente su profesión hoy día, lo que, en su parecer, sí podría llevar a cabo el maestro de la misma época. Echan de menos la ausencia absoluta del estudio del cerebro en los currículos de Educación, dado el caso de que el aprendizaje se realiza con el cerebro: basta leer el plan de estudios de cualquier Facultad de Educación, de cualquiera universidad, de cualquier país, para comprobar la magra participación de las neurociencias en la formación del docente o del educador, dicen. Y Añaden: la distancia enorme entre ambas disciplinas es una causa más, entre las muchas que han intervenido, en el evidente fracaso de la educación tradicional.
Este desfase no debe continuar. Si como ya han afirmado Blakemore-Frith (2007): “se aprende con el cerebro, únicamente con el cerebro… el cerebro es también el mecanismo natural que pone límites en el aprendizaje”, sencillamente es inaceptable que después de “la década del cerebro”, en las universidades estemos formando maestros y maestras, fundamentalmente para el nivel primario, ignorando por completo el dispositivo natural que se encarga del aprendizaje. Es inaceptable que el maestro y la maestra de hoy, de cualquier asignatura, “ignoren cómo aprende el cerebro, cómo se desarrollan las neuronas antes y después del nacimiento; cómo es que los bebés aprenden a ver, oír, hablar, andar… cómo los niños, en su edad más temprana, adquieren el sentido de la moral y el conocimiento social o cómo el cerebro adulto es capaz de seguir aprendiendo y madurando durante toda la vida”. (Battro y Cardinalli, 2002).
La humanidad entera se encuentra ante una convergencia inexorable entre las neurociencias y las ciencias de la Educación (Battro y Cardinali, 2002).
Y esta convergencia es útil y, posiblemente, sea un ariete ideal para sacarnos de la intensa crisis mundial de la educación en la cual llevamos ya varios decenios. El llamado es urgente a los políticos, a las autoridades educativas y a los planificadores de la educación para que tomen en serio, alguna vez, un problema tan complicado y agudo como lo es el deterioro progresivo de la formación educativa de las más recientes generaciones, y no hay razones para dudar que este deterioro, esta crisis planetaria, se aumentará para las futuras generaciones que teóricamente habrán de orientar la marcha dialéctica de la humanidad.

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