El neurólogo inglés Oliver Sacks murió el pasado domingo en su apartamento de West Village de Nueva York. Sin dudas fue uno de los neurocientistas más relevantes de lo que va de este siglo. Él se definió a sí mismo: “Por encima de todo, he sido un ser con sentimientos, un animal pensante, en este maravilloso planeta y esto ha sido un enorme privilegio y una gran aventura”. Sacks fue un hombre de un trato muy afable, ese que tienen los hombres y mujeres superiores.
Lo conocimos en Madrid, durante un congreso mundial de epilepsia. En la oportunidad la editorial Anagrama nos presentó a los participantes parte de sus libros en español, donde él nos firmó sus obras. En la oportunidad conversamos muy plácidamente y le expliqué que yo también mantenía por coincidencia una columna con temas de neurociencias en el periódico dominicano Hoy. El inteligente profesor de la Universidad de Columbia de Nueva York era egresado de Oxford, pero coincidimos que estudió al igual que yo en el Instituto de Neurología de Inglaterra, y trabajó junto a sus amigos John Marshall y Robert Guilliat, quienes fueron posteriormente mis profesores.
Al repensar sobre su muerte revisé visualmente todos sus libros en mi biblioteca, pues estoy entre sus lectores militantes. No solo logró el propósito de ayudarnos a comprender la mente humana, quien con una inteligencia muy sutil traducía los casos de la especialidad neurológica de manera muy didáctica, sino que logró hacer que el gran público pudiera ver las enfermedades neurológicas con un criterio más humano y práctico y no como entidades de una compleja torre de Babel. Siendo esto lo que a mi parecer fue su gran aportación, pues logró el que millones de lectores en el mundo no solo le dieran un toque más humano, sino también más sentimental a las enfermedades del sistema nervioso.
Volví a pensar en nuestras coincidencias y son otras varias: nuestros padres murieron a los 94 años, tomamos el té Earl Grey, él mantuvo una columna sobre neurociencias en los prestigiosos periódicos The New York Times y El País español, yo tengo la mía dominical. Vivió en la calle Fortis Green en el barrio judío de Londres, donde tuve mi primer apartamento en la capital inglesa, leíamos por igual cada semana las revistas científicas Nature y Science junto a Neurology, de la especialidad.
Él dirigía la consulta de la Clínica de Epilepsia de la Universidad de Nueva York, yo presido el Club de la Epilepsia Dominicano. Él compraba en Muswell Hill Bookshop, la librería donde compré sus primeras obras “Migrañas” la primera, la segunda “Wakening” sobre parkinsonismos fue llevada luego al cine, “Despertares”, película con tres candidaturas al Oscar, obra que trata sobre la Encefalitis Letárgica y que interpretaron con gran éxito Robin Williams y Robert De Niro en el 1990. Otra de sus obras que prefiero es su libro “Musicofilia”, con relatos de la música y el cerebro, que también fue tema de la serie de televisión “Musical Minds”.
Sacks, que ejerció y desarrolló su carrera de neurocientista en Estados Unidos nunca se nacionalizó. Recibió de manos de la Reina Isabel II de Inglaterra la distinción como Caballero de la Orden del Imperio Británico, en el 2008.
Este incansable escritor que pertenecía a esa rarísima y preciosa categoría de “los científicos de letras”, con quien coincidimos en algo más, y es en que la escritura es tan necesaria en nuestras vidas como la investigación. Le preguntaron al prominente neurólogo cómo quería ser recordado y señaló: -Me gustaría que piensen que escuché con cuidado lo que los pacientes y otras personas me dijeron, que intenté imaginar cómo eran las cosas para ellos, y que traté de contarlo. Por usar un término bíblico siento que he dado “testimonio”-. Esto lo hizo hasta su último aliento, en lo que me siento muy honroso es en también coincidir con el maestro en ser nombramos ambos “narradores de la neurología”, somos ambos “intelectuales de la ciencia”. ¡Loor respetuoso a su memoria! Con la venia de mis amables lectores, quiero dar las gracias públicamente al Presidente de la República, Lic. Danilo Medina, por su misiva personalizada felicitándonos con motivo de recibir nosotros el galardón de “Maestro de la Medicina”, mil gracias.