Neuropsicofarmacología dominicana

Neuropsicofarmacología dominicana

La neurología y la psiquiatría han tenido muchísimos avatares desde sus inicios, esta última la ciencia del “alma”, y es que la psiquiatría con apenas dos siglos de existencia, ha sufrido transformaciones iniciadas con el ocaso del psicoanálisis, se ha tornado más organicista.

Nosotros por el contrario los neurólogos, nos hemos nutrido más de las ciencias básicas y nos ha permitido distanciarnos del síntoma mental como elemento principal de nuestra especialidad.

Pero la modernidad, el mejor conocimiento de los fenómenos orgánicos del cerebro, donde reside todo lo que significa conducta humana, nos han vuelto a acercar como en nuestros inicios en que éramos una sola especialidad.

Somos testigos en el mundo de las neurociencias de un acercamiento y el renacer de la neuropsiquiatría en el que unos (neurólogos) y otros (psiquiatras), y muchos más (psicólogos, neuroquímicos, neurofisiólogos, antropólogos, etc.), estamos comprometidos hoy día en el síntoma mental.

No resulta fácil para un neófito escritor  poder resumir en una mañana de domingo, las complejidades de años de evolución científica; pero una cosa no le falta al  referido escritor,  y es el valor personal para atreverse.

Esta evolución positiva ha permitido el trabajo en equipo, y nuestro terruño no escapa a esa realidad mundial, la consecuencia es el advenimiento de instituciones que agrupan a diferentes especialidades que inciden en el campo de la mente y la conducta, teniendo como base el órgano principal del organismo, que recibe por nombre cerebro.

En nuestro país hay dos instituciones ejemplo, una es el Club de la Epilepsia y la otra el Colegio Dominicano de Psicofarmacología, de una somos su Presidente y de la otra su Secretario General.

Deseo referirme al Colegio, esta institución agrupa a varias especialidades médicas que inciden en el campo de la conducta; recuerdo su fundación en el 1997, siendo su primer presidente el  amigo y reputado profesor Dr. José Angel Saviñón, a quien le toca la honra de haber sido en el país el mentor principal de esta rama del saber.

La directiva la componen, además, los prominentes psiquiatras Rafael García y  Pedro Pablo Paredes, con quien me unen afectos fraternos, pues todos somos egresados de la escuela inglesa de neurociencias. César Mella, figura pública, neurocientista de gran inteligencia, la sangre nueva de los talentosos  psiquiatras Rafael Johnson  y Héctor Guerrero, que junto a Félix Escaño y Orestes Guerrero entre otros, formamos la directiva actual del Colegio.

He dejado para último intencionalmente a una  especie de princesa en la directiva, la Dra. Daisy Acosta.

Las razones de ser de esta institución son numerosas y, de hecho, ya se tiene un programa de actividades científicas y educativas para todo el año por venir.

Aspiro a que continúe la armonía interinstitucional, condición que he heredado de mi padre, y esto lo asumo públicamente, pues considero que debemos lograr el “entendimiento” entre todas las instituciones de neurocientistas nacionales. El trabajo integral es necesario; considero se hace mandatorio que todas las especialidades “cerebrales”,  las que inciden en nuestro campo laboremos en consonancia, es la forma de trabajo de las instituciones científicas avanzadas. Siempre he defendido que la suma es mejor que la resta.  Sin jactancias, los hombres de ciencias son seres que navegan en la cresta más alta que tiene la ola humana, la aristocracia del pensamiento, eso  lo debemos honrar.

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