Ney Perdomo: Descanse en paz

Ney Perdomo: Descanse en paz

LUIS EMILIO MONTALVO ARZENO
En la madrugada del día 31 de diciembre, a la 1:15 a.m. exactamente, expiró en su domicilio de Santiago, mi cuñado Carlos Manuel Perdomo Collado (Ney), esposo de mi única hermana Rosa Julia. Para mí Ney fue realmente una mezcla de cuñado, hermano mayor, amigo, consejero y padre, ya que mi papá murió en un accidente cuando yo apenas tenía cuatro años y diez meses y Ney inició su trato amistoso y luego amoroso con mi hermana Rosa para esa época y contrajeron nupcias cuando ella acababa de obtener su título de Bachiller en el Colegio de La Inmaculada de La Vega, donde estuvo interna por dos o tres años.

La boda de ellos fue el 19 de julio del año 1951, o sea que al morir Ney ya tenía 56 años y medio de feliz matrimonio, con un ramillete de siete hijos, quince nietos y una biznieta. Entre los hijos floreció una vocación sacerdotal que se hizo realidad a término en el sacerdote jesuita Guillermo Perdomo Montalvo, quien luego de concluir sus estudios de post-grado de Economía en Holanda, a los veintisiete años, abrazó la carrera religiosa. Este fue el regalo más precioso que dio el Señor a esa ejemplar familia que se desarrolló en Moca y en Santiago de los Caballeros.

Ney fue un exitoso empresario, primero en el negocio de exportación de tabaco a Europa y luego en el negocio de cines en Moca, Santiago y otros pueblos del Cibao. Toda la vida estuvo apegado a criterios de moral y honradez, que siempre ligó a la praxis diaria en sus negocios y a su vida personal.

Es interesante conocer, que Ney regresó al país en el año 1949, luego de pasar cuatro años en una Academia Militar de West Virginia, Estados Unidos. Allí obtuvo el grado de término que confería dicha carrera con una concentración en Negocios, Comercio y Contabilidad. Nada más llegar al país junto con otros tres graduados, entre ellos su hermano José Rafael, les esperaba un general delegado por Trujillo, para recibirlos y hacerles una oferta de incorporarlos a las Fuerzas Armadas dominicanas en grado de oficiales. Mi cuñado pudo zafarse de dicha oferta, explicando que venía con la misión de encargarse de los negocios de su padre en Santiago, lo cual respondía a la verdad. Trujillo respetó esta negativa.

Ney no era en esos momentos un cristiano practicante, pero sí un rectísimo recién graduado militar con una muy buena formación en el área de los negocios. No tengo ningún apuro en reconocer que el encuentro con mi hermana Rosa Julia, que venía de una sólida formación cristiana, fue logrando en él una exquisita síntesis de rectitud al estilo militar, vivencia cristiana y apego estricto a los principios normativos del Evangelio. Estoy seguro que él me agradecería que mencionara como personajes importantes que contribuyeron a la maduración de su vida espiritual y de matrimonio cristiano, a sacerdotes tales como los padres jesuitas José María Uranga, Felipe Arroyo, su cuñado Padre Juan Montalvo Arzeno y el Padre Dubert. Ellos dejaron, cada uno, una huella en la terminación de una sólida formación humano-cristiana de Ney.

En cuanto a su formación integral como hombre de negocios en la práctica de la vida diaria, Ney siempre reconoció lo determinante que fue para él, en sus primeros diez años de iniciación en ese complejo mundo de los negocios, donde no todos tienen éxito por el camino de la honestidad, la mano orientadora, experimentada y sabia de nuestro tío León del Rosario, quien murió en el año 1960.

Tanto en Moca, Santiago y Santo Domingo el matrimonio de Ney y Rosa se rodeó a través del Movimiento Familiar Cristiano, como de la selección de ellos mismos, de una serie de parejas ejemplares, amigos y amigas entrañables que los han acompañado durante toda la vida.

Las muestras de solidaridad y calor humano que se observaron en el velatorio de Santiago, en la Misa de cuerpo presente, las misas de nueve días y la misa de Santo Domingo, fueron muestras más que suficientes de la cantidad de gente que sentían de verdad la partida de Ney y reconocían su paso por este planeta como una vida ejemplar de un verdadero cristiano.

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