Ni descartarla ni marchitarla

Ni descartarla ni marchitarla

RAFAEL TORIBIO
Buenas ideas mal implementadas terminan en fracaso y difícilmente pueden ser consideradas realizables en otra ocasión. Posibilidades manejadas de forma inadecuada determina que fracasen. Es lo que le puede pasar a la idea de una nueva alternativa política y la posibilidad de que pueda convertirse en realidad.

Ahora, a los descontentos tradicionales de la sociedad civil por la forma en que se entiende la política y se ejerce el poder, y que mantienen una crítica a los partidos, no para que desaparezcan sino para que se fortalezcan y puedan desempeñar sus importantes funciones como se espera, se unen los descontentos de dirigentes y militantes en los partidos políticos mayoritarios por los procedimientos utilizados por compañeros para derrotarlos.

Su descontento no es solo por haber perdido sino por lo que se hizo para que no ganaran. Aunque en la democracia la aceptación de la derrota es más importante que la celebración de la victoria y que normalmente los políticos consideran que «no perdieron sino que fueron engañados», lo cierto es que en las pasadas primarias internas en los partidos mayoritarios la disponibilidad de recursos fue determinante en los tres casos y, por lo menos en uno, el triunfo estuvo asociado al clientelismo en su forma más primitiva y humillante.

Este descontento, compartido ahora por miembros de la sociedad civil y de los partidos políticos, ha dado lugar a que se empiece a debatir la posibilidad de que se estructure una nueva opción política denominada «cuarta vía» y que lamentablemente se está focalizando en las elecciones presidenciales del 2008, donde cualquier opción diferente a la de los tres partidos mayoritarios tiene, hoy por hoy, muy pocas posibilidades.

El desprestigio de los partidos, unido al desencanto señalado, ahora compartido, la falta de autoconciencia entre los partidos de que deben renovarse para evitar que el sistema colapse, así como el hecho de que las tres candidaturas presidenciales presentadas por los mayoritarios tienen una tasa de rechazo sobre el 40%, lo que permite percibir que se están dando las condiciones para que una aventura que se presente como antipolítica y anti partido pueda ser favorecida.

Pero también se abren posibilidades para que pueda articularse una alternativa en defensa del sistema de partidos y de la democracia mediante una concertación entre sectores de partidos políticos y de la sociedad civil, impulsando una oferta política común y renovada.

Esto es, a mi juicio, lo más importante de la situación: que se está abriendo la posibilidad para que se produzca una renovación de la política y de los partidos. Pero esta idea no debe marchitarse por el protagonismo individual que haga fracasar la iniciativa de lograr la concertación necesaria, que debe tener como base un proyecto compartido entre fuerzas sociales y políticas, o morir en el intento por el inmediatismo que conduzca a un rotundo fracaso en las próximas elecciones.

Las posibilidades para una nueva opción política pueden que se incrementen después de las elecciones del 2008. Los descontentos en la sociedad civil no disminuirán, por el contrario, es muy probable que aumenten por estar cansados de tener que votar por el «menos malo».

A lo interno de los tres partidos mayoritarios ya hay tres sectores descontentos, los que perdieron en las primarias, a los que se agregarán dos, uno por cada partido que pierda, porque de los tres que contienden solo dos ganarán y la culpa será de los que impusieron una candidatura que perdió.

Después de las elecciones del 2008 es razonable prever, por lo anteriormente indicado, que se producirá una precomposición de fuerzas a lo interno de cada partido, que puede dar lugar a que aumenten las posibilidades para el surgimiento de una nueva opción o que los disidentes internos derrotados en las primarias asuman la dirección del partido por la derrota de quienes impusieron la candidatura que perdió. En el PLD esta posibilidad de los disidentes se producirá si la reelección es derrotada, cosa poco probable.

Una nueva alternativa política, llámese Cuarta Vía, Nueva Mayoría, Convergencia o Concertación, debe pensarse como un proyecto a mediano y largo plazo en el que las elecciones congresionales y municipales del 2010 pueden ser más importantes que las presidenciales del 2008.

Una nueva alternativa política desde el propio sistema es algo de tanta trascendencia que no debiera tomársele a la ligera. Deben participar diferentes fuerzas sociales y políticas que compartan una nueva forma de concebir la política y el ejercicio del poder, un profundo compromiso con el desarrollo humano, el fortalecimiento institucional y la democracia. Pero debe ser una «alternativa nacional y no solo partidaria».

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