Ni desmemoriados ni olvidadizos

Ni desmemoriados ni olvidadizos

MAGINO CORPORÁN
Sé que las banderas están tristes en San José de Ocoa por la muerte física de Luis Quinn. El luto de los ocoeños debe ser nacional, la República Dominicana está en deuda con ese hombre. A raíz de la muerte en Miami del Padre Luis Quinn, o “Luicuin” como lo llama la gente dominicana, he reflexionado sobre el ejemplo comunitario de ese gran emulador de Jesucristo.

¿Con cuáles de sus virtudes recordarlo? Su tesón, sus esfuerzos ejemplares marcaron el camino de la auto-construcción comunitaria para mejorar la calidad de vida de los pobladores ocoeños, desde las bases, su ánimo sirvió para levantar la auto-estima de los habitantes de San José de Ocoa.

Su ejemplo vive en la artesanía ocoeña, en las escuelas, en las viviendas, en las calles y caminos, en las clínicas rurales y hospitales, en el trabajo voluntario. Tal vez Ocoa sea un día referencia de gobiernos y empresarios, de líderes y dirigentes dispuestos a bien gastar los recursos públicos, estableciendo verdaderas prioridades y construyendo sentido de pertenencia en la gente para que las obras sean cuidadas y queridas por los pobladores. Él es un pionero de las empresas verdaderamente sociales en nuestro país.

Al Padre «Cuin» lo recordamos en los árboles sembrados en las lomas Madres de Agua, en los niños integrados a las escuelas correteando por las calles de aquel valle sembrado en plena Cordillera Central, en los tubos llevadores de agua a los empinados hogares ocoeños o el goteo a las plantaciones agrícolas, en los emprendedores empresarios que él visionó, en las piedras de los ríos que él enseñó a seleccionar para convertirlas en piezas de vitrinas en ferias y museos, en las paneras tejidas en bambú que adornan las mesas, en los mapas de maderas que llevan la media isla dominicana a salones, paredes de oficinas y a hogares, con su gran corazón roto por las lomas que él eligió como su gran templo, con sus botas puestas llevando el trabajo comunitario a la gente, franco y sin poses, fuerte ante la arrogancia, comprensivo de las hambres hondas y de las exclusiones, en las palabras estimulantes que dio a los que tuvieron dudas sobre sus potencialidades, en los trabajos voluntarios que enseñó, en los hermanamientos y amistades construidas entre hermanos de diversas nacionalidades convocados a su Ocoa de sus sueños y, lo recordamos por siempre.

Sé que la gente sencilla y grata cuando pierde a alguien bien querido hace una mención, pide un aplauso, lee un poema, hace una oración, dice una frase, exclama una expresión en recordación, esa es la mejor manera de recordar eternamente la obra comunitaria de este sacerdote verdadero, que de lejos vino y se quedó para siempre con nosotros y entre nosotros. Mis aplausos.

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